Los milagros en el fútbol existen. No es fácil encontrarlos, pero los hay. Hubo un equipo que estando en peor situación que el Tenerife a estas alturas de la Liga logró quedarse en Segunda: el Éibar de la temporada 98/99. A estas alturas del campeonato, el equipo vasco estaba penúltimo como el conjunto blanquiazul, pero con un punto menos -tenía 26- y a mayor distancia con respecto a la salvación -11 puntos-. Propios y extraños daban al equipo que a esas alturas de la Liga dirigía Alfonso Barasoaín -Kike Ormaetxea había sido destituido meses atrás- por desahuciado. Pero se equivocaron. En la jornada 35, el conjunto vasco visitó Mérida sumó su octavo triunfo del curso y hasta el final de Liga no dejó escapar más que cuatro de los 21 puntos que disputó. Cedió un empate ante el Leganés (0-0) y otro en Badajoz (1-1) y ganó los cinco últimos. A la conclusión del campeonato liguero, tenía 47 puntos y era decimoctavo. Aquel modesto grupo en el que, entre otros, jugaba un jovencísimo Aitor Ocio, marcó un precedente que doce años después sirve de ejemplo para un Tenerife que se aferra a las matemáticas para mantener viva la fe en conseguir la salvación.

Ayer, parecía que Antonio Hidalgo tenía en mente el caso del conjunto guipuzcoano. Hasta en dos ocasiones repitió que "hay equipos que en circunstancias más complicadas" que las actuales lograron quedarse en Segunda. "¿Si ha sucedido otras veces por qué no lo vamos a conseguir nosotros?", se preguntaba el centrocampista como queriendo convencer de la importancia de no perder la ilusión. Ese podría ser uno de los argumentos que han utilizado en el vestuario para recuperar el ánimo tras la derrota ante el Huesca, con el fin de llegar en las mejores condiciones al encuentro del domingo. "Sabemos que es difícil, pero no imposible", detalló, refiriéndose a ese choque ante el Alcorcón (11 horas).