Finalizar su carrera como futbolista jugando en el equipo de su barrio es una idea que rondó siempre por la cabeza de Cristo Marrero, sobre todo en los últimos años, cuando ha visto más cercana su retirada. Justo después de la Liga recientemente terminada, y una vez concluida su etapa de dos temporadas en el Universidad de Las Palmas, el jugador anunció que había decidido colgar las botas para poder estrenar su título de técnico, descartando así vestir la camiseta roja de su primer club, Las Zocas. Pero no tardó en cambiar sus planes. La vieja aspiración de volver a jugar en el Juanito Marrero no podía quedar archivada para siempre. Era el momento de retornar a casa.

El planteamiento que le presentaron en el equipo de su barrio era difícil de rechazar para alguien tan implicado como Marrero. Como entrenador tendrá a Toni Ayala, que se compromete con Las Zocas por una temporada después de dirigir al Médano, en Preferente. Además, seguramente Cristo no será el único exfutbolista del conjunto sureño que será repescado para reforzar la plantilla. Aunque suene a proyecto ambicioso con miras a pelear por el ascenso a la Segunda División B, en el club son cautos y hablan de asegurar cuanto antes la permanencia y no vivir finales tan agónicos como los dos últimos.

De esta manera, Cristo retorna a Las Zocas después de jugar dos temporadas en el filial del Tenerife, seis en el primer equipo blanquiazul y las dos últimas en el Universidad. A sus 32 años, el goleador llegó a la conclusión de que le convenía pasar del campo a los banquillos, ya que había perdido la ilusión necesaria para prolongar su trayectoria como futbolista. Además, deseaba concederle más tiempo a su familia y no tener que estar lejos de casa cada domingo, pero la llamada de Las Zocas despertó en el excapitán del Tenerife el ánimo suficiente para aceptar un último desafío antes de su retirada definitiva. Entre otros alicientes, podrá compartir vestuario con su sobrino, que garantizará la continuidad de la saga de los Marrero.