La Semana Santa de La Laguna, entre la tradición y las influencias externas

Aguere vive en la dicotomía entre mantener su sobriedad y el ‘andaluzamiento’ 

Los historiadores Álvaro Santana y Carlos Rodríguez analizan el fenómeno

El comienzo de la procesión del Lunes Santo.

El comienzo de la procesión del Lunes Santo. / Andrés Gutiérrez

D. Ramos

Las cofradías laguneras han ido incorporando en las últimas décadas elementos propios de la Semana Santa de Andalucía. Es una tendencia con algunos defensores y muchos detractores. ¿En qué medida se le debe poner freno? Álvaro Santana Acuña y Carlos Rodríguez Morales coinciden en que la tradición local tiene su propia idiosincrasia y piden mesura en los cambios, pero rechazan el estatismo. 

La Semana Santa del casco histórico lagunero ha sido a través de los tiempos una de las principales de Canarias. Tallas creadas por los mejores imagineros, piezas de orfebrería con siglos de antigüedad y tradiciones con mucho arraigo han marcado su historia. Desde hace unas décadas vive en el debate entre mantener la sobriedad que la caracterizó y la incorporación de elementos más propios de Andalucía. Hay quienes observan ahí una amenaza, y entonces surge la controversia.

Carlos Rodríguez Morales y Álvaro Santana Acuña son ambos laguneros e historiadores. Han investigado y escrito sobre la Semana Santa y cuentan con su particular visión del fenómeno. «Sin duda, tiene un estilo propio. Pero, paradójicamente, a diferencia de lugares como Sevilla o Valladolid, nuestro estilo surge de una amalgama de influencias autóctonas y externas», expone Santana, cofrade desde los seis años, que también es sociólogo y que se desempeña como profesor en los cursos de verano de la Universidad de Harvard y como docente de Sociología en el Whitman College, en Estados Unidos.

«Pongo tan solo el ejemplo de las imágenes. La Semana Santa lagunera tiene imágenes de todos los siglos, desde el XVI al XXI. Están concebidas en los estilos artísticos más predominantes: gótico, manierista, barroco, neoclásico… Nuestras imágenes provienen de muchos lugares: La Laguna, La Orotava, Gran Canaria, Sevilla, Barcelona, Italia, Holanda y América Latina, por ejemplo», añade.

Carlos Rodríguez es un reconocido historiador del arte canario, además de licenciado en Ciencias de la Información. Cuenta con un amplio currículum y una extensa producción en torno al arte sacro. «En la Semana Santa de La Laguna se detectan diversas formas, varios estilos. Esto es lo que ahora la define. Otra cosa es que haya manifestaciones arraigadas que podamos considerar históricas e identificar como propias», analiza sobre el estilo.

Santana, aunque se ha destacado en las últimas dos décadas por su posición crítica con la gestión del centro histórico lagunero, recuerda que sus primeras investigaciones históricas y antropológicas las dedicó a las cofradías y hermandades laguneras desde el siglo XVI hasta la actualidad. «Desde niño viví en un ambiente cofrade lagunero», rememora desde Estados Unidos. «Comencé a salir en dos cofradías a la vez, porque, creo, que soy de los pocos que puede decir que sus dos abuelos fundaron dos cofradías: el Cristo de las Caídas y el Cristo de la Columna», agrega.

«El estilo de una Semana Santa, conviene recordarlo, no es algo estático. En La Laguna, las cofradías de capuchinos o nazarenos nacieron en la década de 1950 como resultado de una castellanización muy fuerte y rápida del estilo lagunero. Entonces, desaparecieron los cargadores y se pusieron ruedas a los pasos, cuando se habían portado a hombros durante siglos, aunque eran pasos más pequeños que los actuales. Pero gracias a esa castellanización hubo un renacimiento. Nacieron casi todas las cofradías actuales y el formato de los desfiles de hoy, como la Procesión Magna y la del Silencio. Más recientemente, desde fines de la década de 1980, nuestra Semana Santa vive una influencia creciente de lo andaluz y, en concreto, de lo sevillano. Es otra fase, que está teniendo sus desaciertos y aciertos», mantiene Santana.

«Si no se renueva, cualquier tradición corre el riesgo de desaparecer o de fosilizarse. Por eso entiendo que el dilema consiste en hacia dónde mirar cuando se quiere incorporar algo nuevo. Aunque no la sé definir en todos sus aspectos, sí pienso que hay una tradición vernácula o local que debería servir de referencia o de inspiración», reflexiona Carlos Rodríguez.

El autor de La antigua Cofradía de la Sangre de La Laguna o de Todo es plata: las alhajas del Cristo de La Laguna, entre otras publicaciones en este ámbito, sostiene que el patrimonio local «se ha conformado integrando influencias externas». Y prosigue: «No me parece que el debate deba centrarse en si estar abiertos o no a influencias externas, sino en qué medida. Pienso que debe hacerse con la mesura con la que se hizo históricamente para que el resultado sea algo distinto. Si nos limitamos a copiar, renunciamos a la originalidad y a nuestro acento».

500 años de procesiones

«Lo local se debe proteger y promocionar. El estilo actual de la Semana Santa lagunera es el resultado de 500 años de procesiones», apunta Santana. «En el camino se han perdido muchos rituales, imágenes, cofradías y hermandades, a la vez que han aparecido muchos elementos nuevos. Nuestra Semana Santa ha estado siempre abierta a las influencias externas y debe seguir así», añade. También expone que la impronta cultural de Andalucía sobre Canarias «tiene más de cinco siglos y no va a parar». Y aconseja: «Lo importante es que los cambios se hagan de manera dialogada y consensuada, con el liderazgo de la Junta de Hermandades y Cofradías, y no simplemente como resultado de las modas pasajeras del momento. Hay que evolucionar desde el respeto a las esencias históricas de nuestra Semana Santa».

Carlos Rodríguez abre otro enfoque, como ya hiciese en su pregón de la Semana Santa lagunera, en 2014. «He combatido una opinión que comprendo, pero no comparto: la de adjetivar la Semana Santa de La Laguna como castellana», plantea. «Quizá por su carácter sobrio, este calificativo esconde en mi opinión desconocimiento y escasa estima respecto a nuestra propia historia, cierto complejo que, de alguna forma, también nos define. Dicho de otra manera, la Semana Santa de La Laguna no es castellana, sino canaria y cosmopolita», manifiesta.

«No aspirar a ser lo que no es»

«Continuar siendo fiel a sí misma, no aspirar a ser lo que no es». Esa recomendación la realizó recientemente el dramaturgo Antonio Toni Tabares para la Semana Santa de Santa Cruz de La Palma, pero bien podría ser aplicable a otras celebraciones de este tipo en Canarias, también a la de La Laguna. «Y esta no es una invitación al conservadurismo, sino, al contrario, a asumir sin complejos los valores que atesora, que son muchos, y hacer gala de ellos», continuó. Antes había apuntado al respecto: «No es, ni puede serlo, una celebración pretenciosa o grandilocuente, sino que precisamente halla su valor en la honestidad de su sencillez». Toni Tabares se expresó así en su pregón de la Semana Santa de la capital palmera, que leyó el pasado 18 de marzo y que no dejó indiferente. Prescindió de cualquier atisbo de esos misticismos extraños que a veces marcan estos actos y se adentró con naturalidad y excelente prosa en los callejones de su memoria. Entreveró bien traídas citas –de Antoine de Saint-Exupéry a la premio Nobel Wisława Szymborska– y reflexiones con profundidad.