Jesús Pérez Marichal, conocido familiarmente como Chucho, hizo de su afición su profesión. Nacido en Los Llanos de Aridane en 1962, se trasladó a La Laguna para cursar Bellas Artes. En la actualidad, imparte clases de dibujo, pintura y fotografía en el Instituto Benito Pérez Armas, en Santa Cruz.

En paralelo, su actividad como cartelista, aunque él se presenta como ilustrador y dibujante. Así define su cartel de la visita extraordinaria de la Virgen de Candelaria a Santa Cruz y La Laguna del 12 al 27 de octubre por el bicentenario de la Diócesis de Tenerife. Antes de recibir el encargo de dar forma y color al cuadro, colaboró unos cinco o seis años en la organización del Congreso Fe y Cultura, bajo la tutela de Lucio González Gorrín, asumiendo la coordinación artística o colaborando con exposiciones o conferencias; eso, al margen de otros carteles más sociales, como los realizados para el Club Náutico, diseños para alfombras del Corpus...

Su buena relación con Jesús Agüín, el delegado episcopal para la visita, facilitó que en marzo, poco antes de la Semana Santa, recibiera el encargo para realizar el cartel, una obra en la que invirtió tres meses, pues lo combinó con su responsabilidad académica. "Cuando Agüín habló conmigo le dije que me hacía un encargo a alguien que pinta. Por lo tanto no busca una fotografía". "Hice un repaso por los carteles de otras peregrinaciones de la Virgen, tanto a Santa Cruz o La Laguna, y vi que eran fotografías con bonitos encuadres, bonita iluminación de la talla de Fernando Estévez, con alguna aplicación de diseño gráfico para incorporar el texto".

El autor del cartel pone un símil musical para explicar lo que le supuso hacer la obra: "La imagen de Fernando Estévez es una partitura que suena diferente en función de quién la toque al piano". De ahí que Jesús Pérez haya plasmado su Virgen de Candelaria, respetando la simbología que considera vital: la candela, el ropaje y el color. "Pero es mi visión de la Virgen. Soy creyente y la plasmo como artista, desde una experiencia de fe. He pintado mi Virgen de Candelaria, con la que me identifico; y para mí se asemeja más con mi madre, no con una talla de madera, sino con una mujer". De ahí, la dulzura de la cara, la protagonista de la obra, con una imagen que luego se decora.

Para Jesús, en la obra no pasa nada por casualidad. "La imagen juega el papel protagonista, en el cetro y con un color llamativo". Incluso revela que hasta la tonalidad del traje que lleva la Virgen fue consensuada con Jesús Agüín. "Muchos identifican la Virgen de Candelaria con el azul celeste, pero la Patrona y el color rojo no se pueden disociar", sentencia.

Junto a la imagen, otro elemento fundamental, la candela, que explica la advocación mariana que presenta a Jesús como luz del mundo. La candela es la llave, comenta el autor de la obra, que "nos lleva al encuentro con su Hijo, como ocurre cada 2 de febrero y el 15 de agosto. En ambos casos, es un camino; es nuestro particular Camino a Santiago. De ahí que, además de la candela, se incluya una imagen de María en camino, una ruta física y espiritual que nos lleva a Jesús. La candela ilumina el camino y ahí aparece su Hijo como una promesa que parece cuando nos ponemos en marcha. Siempre aparece ahí Jesús", añade, de ahí que no se haya pintado el niño, que cada uno acoge en la visita.

Ese "rostro humanizado" de la Virgen es otra de las claves de la obra, "una cara redonda, con expresión materna, como la dulzura de la madre, acogedora... Es más algo espiritual que físico".

Los elementos menos "metafísicos" del cuadro es la incorporación de iconografía de la visita a Santa Cruz -representada por la torre de La Concepción- y a La Laguna -con siluetas de la Catedral-. En el detalle del camino, en la parte superior izquierda, Jesús recrea la imagen grabada de las procesiones, con el paso al frente y la muchedumbre detrás, es una "ascensión", de Santa Cruz a La Laguna, envuelta en el color de las temperaturas cálidas de la capital -representadas con rojos- al frío lagunero -violetas, lilas, azules-. Y en el centro del cuadro reina la Madre, con esa explosión de luz que atesora Candelaria, tanto la plaza, cuando está adornada con banderas por sus fiestas, como la Basílica -a diferencia de los templos de Las Nieves, en La Palma, o la Virgen del Pino, en Teror-, con los murales de José Aguiar. "Candelaria es un sitio luminoso, punto de encuentro de tradición y folklore; referente histórico".

Jesús precisa que la obra, de 50 por 70 centrímetros, está elaborada en acuarela y tintas y es el resultado de un primer boceto que, salvo detalles, no varió la idea original. Ahora la Virgen de Jesús es la Virgen que sale peregrina en el bicentenario de la Diócesis.