El Cabildo de Tenerife intentará que el dique de Bajamar pueda ser reparado este verano, si bien admite que hay dificultades con los plazos. El director insular de Fomento, Miguel Becerra, señaló al respecto que el período de licitación de las obras concluirá mañana y que, a partir de entonces, proseguirán unos trámites administrativos de los que dependerá el comienzo de los trabajos constructivos. "Vamos a intentar por todos los medios que se pueda ejecutar este mismo verano", manifestó.

En declaraciones a este periódico, el político nacionalista recordó que la actuación cuenta con dos fases: una primera de fabricación de los bloques -"que más o menos son tres meses", puntualizó- y otra, que también rondará la misma duración, para la labor marítima. En esta reside la complejidad. "Por las características de esa costa no se puede hacer en cualquier época del año, sino que la ventana ideal son los meses de junio, julio y agosto", indicó el director insular.

Becerra precisó que, tras la finalización del plazo de licitación el 21 de febrero, habrá que estudiar las ofertas y hacer la propuesta de adjudicación, mientras que el retraso o no posterior dependerá de si hay recursos por parte de alguna de las empresas. "Confiamos, pero no depende solamente de nosotros, sino también de elementos externos", continuó acerca de un proyecto que es necesario por los daños que los temporales de mar han ocasionado en el dique bajamarero.

En caso de que la última parte de los trámites avancen a buen ritmo, la previsión es que los bloques comiencen a fabricarse en abril y que la obra marítima se solape a mediados de junio. ¿Y cuál es el plan B si no da tiempo de empezar en la fecha adecuada? "Hacer los bloques ahora y esperar al próximo verano, pero eso también lo evaluará la contrata", respondió Becerra.

Los trabajos tienen un coste de 1.497.539 euros y, en concreto, son consecuencia de los desperfectos que se produjeron en 2012 y 2013, que causaron roturas en la superestructura del dique y afectaron al denominado espaldón botaolas y a las losas de hormigón de la explanada. Desde aquel entonces arrancó un camino que se ha extendido hasta la actualidad y en el que, de las ocho alternativas que fueron analizadas, se apostó finalmente por la consistente en bloques de 30 toneladas que buscan una mejora de la protección de la defensa.