Sobre las elecciones europeas del próximo 25 de mayo planean dos peligros, el aumento del euroescepticismo y la elevada abstención, fruto de la crisis económica y del desinterés e incomprensión por los asuntos europeos.

En la mayoría de los países europeos es poco el interés que despiertan las instituciones comunitarias y los electores no tienen en cuenta las campañas informativas europeas de que buena parte de las decisiones que les afectan tienen su origen en la UE.

En algunos países, como Alemania, el euroescepticismo es nuevo, fundamentalmente crítico por la gestión de la canciller, Angela Merkel, de la crisis del euro.

La formación Alternativa por Alemania (AfD) es su punta de lanza, un movimiento minoritario pero en auge que obtendrá alrededor de un 5 % de los sufragios y que aboga porque los países periféricos abandonen el euro y por el control de la inmigración.

Los expertos advierten sobre la fiabilidad de estas encuestas, dada la baja participación en las europeas -estimada en un 42%- y su coincidencia con elecciones municipales en diez estados federados.

En Francia, otro de los países clave de la UE, una encuesta del instituto demoscópico "Ipsos" del pasado abril indicaba que el 22 por ciento de los franceses es partidario de dejar la UE.

Otro sondeo de "Opinionway" avanzaba una abstención en Francia superior al 60 por ciento, en línea con el porcentaje registrado en el país en las europeas de 2009.

"El riesgo de abstención en 2014 es más fuerte que nunca. ¿El motivo? Una campaña europea muy corta, parasitada por las elecciones municipales (de marzo), y el clima de desconfianza hacia la UE y los partidos políticos franceses", analiza el diario "Huffington Post".

Además, en Francia, según los últimos sondeos de PoolWatch, la victoria en estas elecciones será para el Frente Nacional de Marine Le Pen, con un 23 por ciento de los votos.

El euroescepticismo ha sido tradicional en algunos países, como el Reino Unido y Dinamarca.

El empuje del euroescéptico Partido de Independencia del Reino Unido (UKIP), con la retórica de su líder Nigel Farage, contrario a la integración europea y a la burocracia de Bruselas, es tal que incluso podría conseguir la victoria si se confirman los sondeos que le dan hasta un 30,7 por ciento de los votos.

El empuje euroescéptico llevó al primer ministro británico, David Cameron, a prometer en enero de 2013 que en 2017 convocará un referéndum sobre "salir o quedarse" en la UE si sigue en el poder.

Dinamarca, el tradicional euroescepticismo parece haberse visto reforzado en los últimos meses por la discusión sobre el acceso a las ayudas sociales de otros ciudadanos comunitarios, en especial del este de Europa.

Según un sondeo difundido hace unos días por TV2 y por el diario "Politiken", el más influyente del país, el 46% de los daneses confesó sentirse más escéptico hacia la UE ahora que hace seis meses.

Las encuestas electorales apuntan como ganador, por un margen estrecho, al xenófobo y ultranacionalista Partido Popular Danés, con el 26%.

Los sondeos no ofrecen cifras fiables sobre la abstención, que en Dinamarca se suele situar en torno al 40%, una cifra muy alta en comparación con elecciones municipales y legislativas, donde suele votar más del 85% de la población.

Otro país en donde la eurofobia ha ido en aumento es en Austria, cuya campaña electoral estuvo marcada en su comienzo por un escándalo racista protagonizado por el candidato ultranacionalista Andreas Mölzer, quien acabó dimitiendo.

A pesar de esta renuncia, el partido derechista FPÖ siguió con su campaña xenófoba, con lemas abiertamente antiturcos y contrarios a la UE, una institución que califica en sus pancartas como "tonta". Mientras, los demás partidos luchan contra un enemigo común: el desinterés de los votantes.

Las encuestas prevén una participación inferior al 50 por ciento, muy poco en un país tradicionalmente disciplinado a la hora de votar.

En los países del sur, más agobiados por la crisis, es un hecho el auge del euroescepticismo, e incluso de la eurofobia.

Es el caso de Grecia, donde la crisis y la actuación de la troika ha hecho que el apoyo a la Unión Europea haya caído en picado: en un reciente estudio, dos de cada tres griegos opinan que las políticas de la UE "no benefician a Grecia", aunque la mayoría son partidarios de mantenerse en la UE y de continuar en la moneda única europea.

En Grecia las encuestas otorgan al neonazi Amanecer Dorado entre el 7 % y el 10 % de los votos y, si bien sus discursos se dirigen principalmente contra los inmigrantes, la organización neonazi también hace de las críticas a la troika uno de los ejes de su campaña.

El principal partido de la oposición, el izquierdista Syriza, ha sido habitualmente acusado de euroescepticismo por sus constantes críticas a las políticas "neoliberales" de Bruselas y a los programas de austeridad -que asegura suspenderá si llega al poder-, pero en el último congreso del partido, en 2013, se aprobó apoyar la continuidad de Grecia en la UE y en el euro.

En otro país rescatado, Chipre, diez años después del ingreso, el apoyo a la UE y la confianza en sus instituciones se han desplomado tras las condiciones que se le impusieron para recibir un préstamo de 10.000 millones de euros.

Sin embargo, los partidos de Chipre no han querido explotar esta frustración, transformándola en euroescepticismo y, de hecho, el partido de ultraderecha populista ELAM (fundado como una sucursal de la formación neonazi Amanecer Dorado de Grecia) no llegaría ni al 1 % de los votos.

La falta de confianza en la UE sí podría convertirse en una alta abstención: una encuesta de la radiotelevisión pública prevé que entre un 27 % y 36 % de los electores no acuda a las urnas.

En cambio en Irlanda, el rescate en 2010 ha acabado casi por completo con la presencia de candidatos euroescépticos.

Aún así, aunque el ministro irlandés, el conservador Enda Kenny, ha asegurado que estos comicios son las "más importantes" para el país desde que ingresó en la UE "hace más de 40 años", los expertos creen que la participación no superará en Irlanda el 57 % de 2009.

En España no existe un partido cuya seña de identidad sea el euroescepticismo, aunque ha crecido la desconfianza de los ciudadanos hacia la Unión Europea, debido a la crisis económica.

Esta cifra contrasta con el 55,10% de abstención registrada en las elecciones europeas de 2009, por encima del 54,86% de 2004.

En Italia, un sondeo publicado por el instituto Demos indica que solo el 60 % de los italianos acudirá a las urnas, que únicamente el 32 % tiene "confianza" en la UE y que un tercio incluso apoyaría la salida del euro.

El Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo, que enarbola la bandera del antieuropeísmo, ha basado toda su campaña en la salida del euro, y alcanzaría más del 25 % de los votos, según los sondeos.

En Holanda el euroescepticismo ha ido ganando terreno, en parte por el coste de la solidaridad europea, y según algunas encuestas se espera que sus partidarios ganen posiciones en estas elecciones, en detrimento de liberales y laboristas.

Según las últimas encuestas, el apoyo al líder xenófobo Geert Wilders puede llegar al 16 por ciento.

En los países de la "ampliación" tampoco existe un gran entusiasmo por las elecciones europeas.

En Polonia, pasan prácticamente desapercibidas y la atención se concentra casi exclusivamente en la crisis de la vecina Ucrania y en el temor a lo que llaman "neoimperialismo" ruso.

Sólo el 33 % de los polacos han declarado su interés por estas elecciones, mientras lo que sí parece caracterizar a estos comicios es la abstención, ya que se espera una bajísima participación, similar a la que se registró en 2004, cuando estuvo por debajo del 21%.

En la República Checa y Eslovaquia, la apatía ha sido el factor dominante de la campaña electoral. En estos países, la participación en los dos últimos comicios europeos osciló apenas entre el 17 y 28 por ciento, valores que podrían repetirse este año, adelantan las encuestas.

En Rumanía, mientras que el centroizquierda gobernante ha desplegado una campaña más euroescéptica con el eslogan de "orgullosos de ser rumanos", las formaciones conservadoras abogan por "una Europa más cercana a los rumanos".

Ambos bloques políticos se disputan la victoria en los comicios europeos, en la que la participación estimada estará en torno a un 30 por ciento.

En Bulgaria ha irrumpido en la campaña una nueva lista, liderada por un conocido presentador de televisión, que propone donar el 80 por ciento de los salarios de los eurodiputados para proyectos sociales en el país, el más pobre de la UE.

En Hungría, todo indica que el gobernante partido conservador nacionalista Fidesz arrase en las europeas con cerca del 50 por ciento de los votos, con un mensaje central: "Más respeto a los húngaros".

En Croacia, miembro de la UE desde apenas hace un año, la persistente crisis económica ha relegado las elecciones europeos a un segundo plano y la participación estimada no alcanzará ni el 30 por ciento.

En la vecina Eslovenia, la situación de descontento es similar, con una campaña electoral europea ensombrecida por la profunda crisis de Gobierno. La participación superará apenas el 30 por ciento, dicen los sondeos.