El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, ha admitido este jueves que si España se implicase en una guerra contra el grupo terrorista Estado Islámico (DAESH) aumentaría el nivel de amenaza contra nuestro país. "La libertad tiene un precio, siempre", ha manifestado.

En una entrevista en Antena 3 recogida por Europa Press, Fernández Díaz ha reconocido que ese hipotético aumento de la amenaza es "evidente para España y para cualquier país" que decidiese implicarse en una intervención militar, puesto que "las amenazas de DAESH están directamente vinculadas a las agresiones que, en su opinión, ellos reciben por parte de los infieles".

En todo caso, ha subrayado que hay que esperar a que Francia concrete qué tipo de ayuda quiere de sus socios europeos, y ha recordado que España ya participa en la lucha contra el DAESH --con 300 instructores para el Ejército iraquí-- y apoya a Francia en misiones en Gabón, República Centroafricana o Malí.

"Si se nos pide más ayuda, pues que se nos concrete, y actuaremos con determinación y prudencia", ha proseguido, alertando de que "determinación y prudencia no son incompatibles". "Algunos parece que se han vuelto de repente los grandes adalides de la guerra", ha advertido, aunque matizando que no se refería a nadie en particular.

En todo caso, ha recalcado que para que España se implique en una operación militar en el exterior tiene que haber una cobertura jurídica --de la ONU y del Congreso de los Diputados--.

Así, ha apostado "ir gradualmente, viendo cómo se desarrollan los acontecimientos y no actuar precipitadamente" porque "con las mejores intenciones" podrían acabar haciéndose cosas "no convenientes" para el fin que se persigue, que es acabar con DAESH.

En este sentido, ha hecho hincapié en que la clave es acabar con la guerra en Siria, que desde 2011 ha provocado más de 250.000 muertos, ocho millones de desplazados y cuatro millones de refugiados, porque ese conflicto "está facilitando a DAESH una base territorial de actuación que se proyecta" en los países europeos.

EL ESCOLLO DE AL ASSAD

Para eso hace falta un acuerdo internacional, especialmente de Estados Unidos y Rusia, pero también de potencias regionales como Turquía, Irán y Arabia Saudí. Hasta ahora el principal escollo para un acuerdo era el papel del presidente sirio, Bashar al Assad, pero ahora su gran valedor, Rusia, y su gran antagonista, han acercado posiciones.

En su opinión, aunque Al Assad no gusta en Occidente, sí "se está imponiendo cierto consenso" acerca de que es necesario contar con él para alcanzar una solución y pacificar el país, porque "lo urgente es una solución negociada", aunque luego no pueda formar parte del futuro del país. "No siempre se puede elegir el bien mayor, en muchas ocasiones hay que ir al mal menor", ha admitido.