Sin haber cumplido aún dos años al frente del PSOE, Pedro Sánchez encara el 26 de junio un nuevo examen final del que van a depender tanto las aspiraciones socialistas de regresar a la Moncloa como su continuidad al frente del partido.

Sánchez (Madrid, 44 años) afronta la cita con el viento de las encuestas en contra, pero con el mismo convencimiento de que volverá a tener cartas para jugar la baza de ser presidente al día siguiente de las urnas.

Desde que asumió la secretaría general del PSOE en sustitución de Alfredo Pérez Rubalcaba en julio de 2014, Sánchez no ha dejado de sortear obstáculos y cepos para mantenerse en el cargo, algunos de ellos colocados por barones socialistas que aguardan su caída para destronarle.

Pese a ello y a que el 20D fue el peor resultado de la historia del PSOE, al lograr solo 90 escaños, Sánchez está empecinado en seguir ganando batallas, aunque sabe que solo tiene asegurada la salvación si alcanza la Moncloa.

"Es un auténtico resistente. Cuando le elegimos, a Pedro no le conocía nadie. Algo tendrá para que siga ahí", le define uno de los pesos pesados de la Ejecutiva Federal.

Doctor en Económicas, Sánchez confiesa que "ama con pasión la política", a la que se incorporó como concejal en el Ayuntamiento de Madrid en 2003, de la mano de la exministra Trinidad Jiménez.

Por entonces, ni él se imaginaba que una década después sería el secretario general del PSOE casi por accidente, gracias a que la presidenta andaluza, Susana Díaz, le bendijo como delfín para evitar medirse en primarias a Eduardo Madina.

En 2009 saltó del consistorio madrileño a la política nacional al ocupar el escaño que dejó vacante por Madrid Pedro Solbes.

En la siguiente legislatura, también tuvo que esperar para repetir como diputado para suplir en este caso a Cristina Narbona.

Conocido en círculos políticos como "Pedro el guapo", Sánchez se fue haciendo un hueco en el entorno de Pérez Rubalcaba, aunque sin dejar de ser un subalterno que el partido enviaba a algunas tertulias por su telegenia y buena oratoria.

La conferencia política que el PSOE celebró en noviembre de 2013 y en la que fue uno de los coordinadores fue su punto de inflexión, ya que le permitió darse a conocer en numerosas agrupaciones.

Fue el alcalde de Don Benito (Badajoz), José Luis Quintana, el que le animó a dar el paso adelante y postularse como candidato a dirigir el PSOE cuando se abriese el melón de la sucesión.

Como el ciclista que llega al sprint final bien situado en el pelotón pese a no ser de los favoritos, Sánchez aprovechó los codazos de Díaz y Madina para ponerse a rebufo y convertirse por sorpresa en el primero en cruzar la meta.

Tras bautizarse como el "candidato de la carretera", ganó con holgura en las primarias a Madina y a José Antonio Pérez Tapias y fue encumbrado por el partido en un momento en que tocó fondo tras la hecatombe en las elecciones europeas.

"Cambiar el PSOE para cambiar España", fue la proclama que lanzó a la militancia al ser designado secretario general, un cargo que le ha deparado un buen puñado de alegrías, aunque también no pocos quebraderos de cabeza en apenas dos años de mandato.

Afiliado al PSOE a los 21 años, Sánchez siempre hace gala de su formación académica y laboral, enriquecida con un máster en Economía en Bruselas y con su trabajo en el gabinete del Alto Representante de la ONU en Bosnia y de asesor en el Parlamento Europeo, a lo que une su etapa de profesor universitario.

Está casado con Begoña Gómez desde 2006, con quien tiene dos hijas, de 11 y 8 años.

A su pasión por la política y la docencia añade la del baloncesto, que le llevó a jugar durante varios años en la cantera del Estudiantes.