Eslovenia se desgajó de Yugoslavia tras un referéndum unilateral y una guerra de 10 días; Cartagena se declaró cantón autónomo en 1873 y hasta pidió su adhesión a EEUU, pero la desconexión apenas duró 200 días y dejó la ciudad prácticamente arrasada. Son la cara y la cruz de la independencia trágica.

Dos ejemplos de los muchos que ha habido en el mundo de casos de territorios que han querido separarse de su matriz, que no siempre han acabado bien o que han costado muchas vidas.

Y es que desde la segunda guerra mundial ha habido varias decenas de referendos separatistas en el mundo y, en algunas ocasiones, el resultado ha sido un revés para los intereses de los secesionistas, casi siempre promotores de este tipo de consultas.

Es cierto que Eslovenia consiguió sus propósitos y que hoy en día es un país normalizado e integrado en la UE, pero el proceso no fue precisamente pacífico y hubo que lamentar cerca de 80 muertos. La guerra sólo duró diez días porque Belgrado se preparaba para el conflicto croata.

Su caso está ahora en boca de todos a raíz de la confusa declaración el martes del presidente catalán, Carles Puigdemont, en el pleno del Parlament, donde pudo (o no) proclamar la independencia de Cataluña, para acto seguido suspenderla.

De ser así, la idea de los separatistas catalanes, tal y como dijo esta semana el eurodiputado del PDeCAT Ramón Tremosa, sería seguir el camino que al comienzo de los años noventa recorrió Eslovenia para independizarse de Yugoslavia, en aquel entonces gobernada por el dictador Slobodan Milosevic.

Eslovenia celebró un referéndum unilateral en diciembre de 1990, que contó con una participación abrumadora, y proclamó la independencia, que suspendió unos meses a la espera de negociar una consulta pactada con el gobierno yugoslavo.

Como Belgrado se negó a negociar, el gobierno esloveno declaró unilateralmente la independencia en junio de 1991 y, seis meses después, Eslovenia, que ya contaba con las simpatías de muchos países frente a Milosevic, fue reconocida como estado soberano por la comunidad internacional.

Mucho más pacífica fue la desintegración de la URSS, que vino acompañada de la separación de las repúblicas bálticas, Estonia, Letonia y Lituania, tras sendos referendos. Les siguieron Armenia, Azerbaiyán, Georgia, Ucrania, Turkmenistán y Uzbekistán.

No hubo consultas independentistas en cambio en Bielorrusia, Tayikistán, Kazajistán, Kirguizistán, Moldavia ni Rusia.

Unos años más tarde, en Kosovo, entonces provincia autónoma serbia de mayoría albanesa, el parlamento local proclamó unilateralmente la independencia en 2008, decisión apoyada por la mayoría de los países de la UE y EEUU, pero no por Rusia, China y España.

Timor oriental es un país independiente después de que en 1999 se celebrara una consulta popular auspiciada por la ONU, mientras que, en África, Eritrea celebró en 1993 un referéndum que aprobó su independencia de Etiopía, y Sudán del Sur se constituyó como estado en 2011 tras otra consulta y después de 24 años de guerra civil sudanesa.

Una de las últimas consultas celebradas ha sido la del 25 de septiembre en la región autónoma del Kurdistán iraquí, en la República de Irak, sin la autorización del gobierno iraquí y cuyo resultado no ha sido reconocido por otros países.

Pactada con el gobierno británico, en Escocia se celebró una consulta en 2014 que acabó con un "no" rotundo a la independencia del 55,3 % de los escoceses.

También la provincia canadiense de Quebec ha rechazado la independencia dos veces, en 1980 y 1995, y Puerto Rico ha descartado en varias ocasiones cambiar su estatus político y sigue siendo un estado libre asociado de Estados Unidos.

Precisamente a Estados Unidos solicitó la adhesión la ciudad de Cartagena cuando en 1873 lideró la rebelión cantonal en el marco de la I República y se declaró autónoma de España, una ruptura que duró 185 días y que fue duramente sofocada.

Hoy en día, los cantonalistas ni siquiera tienen representación municipal en este ayuntamiento murciano.

Mirando la parte local, no son pocos los territorios que quieren constituirse como corporación propia, y muchos lo han conseguido.

Otros no han tenido tanta suerte, como los vecinos de Usansolo, que no han logrado la independencia de Galdakao (Bizkaia) pese a que el 80 % de ellos votó a favor de la separación en una consulta sin validez legal y que ha llegado hasta el Tribunal Supremo.

Tampoco Treviño ha conseguido desgajarse de Burgos e integrarse en Álava, y eso que lleva cuatro siglos intentándolo.