Cincuenta años después, Margot Ruano (1949) no perdona el asesinato de su hermano Enrique, pues considera que para perdonar es necesario olvidar y no está dispuesta a olvidar "todos los muertos" de la dictadura ni el crimen en el que además de "arrebatar" la vida del estudiante se maquilló su muerte como un suicidio.

"El asesinato de Enrique -ocurrido el 20 de enero de 1969- fue injusto y cruel por todo lo que luego sucedió, no es nada fácil asumir tal sarta de mentiras, de arrastrar una memoria por los suelos", explica Margot en conversación con Efe.

Enrique Ruano murió a los 21 años al precipitarse desde un séptimo piso cuando era custodiado por tres policías de la Brigada Político Social. Entonces, la dictadura sostuvo que este estudiante de Derecho de la Universidad Complutense y militante del popularmente llamado "Felipe", el Frente de Liberación Nacional, se había suicidado cuando ya le habían quitado las esposas.

Una historia "insostenible" destaca Margot, que recuerda que el catedrático José Manuel Gómez Benítez logró reabrir el caso en democracia, cuando un tribunal falló, en 1996, que no era posible "admitir sin dudas razonables la versión oficial del suicidio" y un voto particular consideró probado que Ruano había sido asesinato y había recibido un disparo.

Sin embargo, para sostener la versión oficial, la prensa de la época creó la imagen de un "enfermo depresivo", manipulando una carta de Enrique a su psicoterapeuta y creando un "diario tergiversado", donde incluso se decía que era homosexual.

Margot, que entonces tenía 19 años, recuerda cómo a su padre, procurador, se le cayó el teléfono de las manos cuando la policía política le comunicó la noticia, tras haber detenido a Enrique tres días antes y haber registrado el domicilio familiar.

"En una dictadura es impensable todo lo que puede suceder, es terrible", explica Margot, quien también estudiaba en la Complutense cuando su hermano fue detenido junto a Lola González Ruiz, su novia, a quien Margot se mantuvo unida hasta la muerte de ésta, en enero de 2015.

"No es una venganza de 50 años", explica sobre su decisión de no olvidar ni perdonar y exige no silenciar nunca su asesinato. "Hay que hablar de las dictaduras, porque las dictaduras tienen miedo a la palabra", añade Margot, que pide que la gente que no vivió el franquismo no se cierre a conocer estas historias de quienes no tuvieron la "suerte" de nacer en democracia.

"Que analicen la democracia en la que nacieron, porque entonces tendrán claro la historia que precedió a esa democracia", dice, satisfecha porque Enrique Ruano figure ahora en el callejero de Madrid, sustituyendo al que fuese el pasaje del general Mola, o por homenajes como el que el Ayuntamiento de Madrid hará el próximo domingo en su recuerdo.

Enrique -explica- era "un estudiante más, pero un estudiante que no dejó de luchar nunca y comprometido políticamente desde que entró en la universidad".

"Claro que podían matarte. Era terrible lo que se podía hacer con la impunidad", explica Margot, que subraya las "grandes diferencias de clase", contra las que ellos luchaban.

"Cuando era hijo de trabajador no era lo mismo que haber matado al hijo de un profesional o un abogado, por eso se montó la que se montó en Madrid", añade.

De aquellos días Margot recuerda cómo los amigos y conocidos de Enrique acompañaron a la familia en su entierro en el cementerio de San Isidro, pese a que las autoridades quisieron impedirlo, y la llamada de Jose María Mohedano, que les avisó de se iba a decretar el estado de excepción y debían tener cuidado.

"Mucha gente huyó, había exiliados, detenidos, torturados, hubo todo tipo de atrocidades".

Para Margot, enero es un mes "que hace sangrar las heridas", "que no te deja estar bien" y recuerda como un cáncer acabó con la vida de Lola, con quien compartía la afición por el cine. "Un 20 de enero fue lo de Enrique, un 24 la matanza de Atocha -donde Lola González resultó herida y perdió a su pareja, Javier Sauquillo- y un 27 de enero muere Lola".

"No hay reparación posible porque la reparación es la vida. Aunque me pidieran perdón el resto de su vida la gente que disparó sobre él que me importa, si realmente le mataron", zanja Margot Ruano.