Cuando aún resuenan en la sala los alegatos políticos con que Oriol Junqueras y Raül Romeva capearon el interrogatorio del fiscal, la exconsellera Dolors Bassa ha roto el silencio de sus compañeros de ERC para abjurar de la validez del 1-O y la DUI, que ha reducido a meras armas políticas con las que forzar una negociación.

Bassa, una independiente procedente del mundo sindical que en las elecciones de 2015 llegó de la mano de ERC a la coalición de JxSí, se ha distanciado hoy ante el tribunal de la estrategia de defensa de Junqueras y Romeva, quienes se negaron a responder al fiscal y optaron por un interrogatorio pactado con su abogado con el que evitaron pronunciarse sobre los puntos más espinosos de la hoja de ruta unilateral.

Por el contrario, la exconsellera de Trabajo, que lleva en prisión un año -buena parte de él en solitario, después de que Carme Forcadell pidiera su traslado a otro centro- ha abordado sin tapujos los principales hitos del "procés": el 1-O, las leyes de referéndum y transitoriedad y la declaración de independencia que llegó al Parlament el 27-O.

Y lo ha hecho para reconocer la autoridad del Tribunal Constitucional y poner en entredicho la efectividad del referéndum, las leyes de ruptura y la declaración de independencia, instrumentos "políticos" con los que, ha defendido Bassa, el Govern buscaba reforzar su posiciones para lograr una negociación con el Gobierno.

Es más, ha negado que la vía unilateral fuera la apuesta de JxSí, coalición que se hizo con la mayoría absoluta en el Parlament en 2015, junto a la CUP, planteando las elecciones en clave plebiscitaria y desdeñando la posibilidad de otro referéndum de independencia, porque ya se había consultado a los catalanes el 9N.

Sobre la sala de vistas han sobrevolado las palabras de la exconsellera de Educación Clara Ponsatí, que tras su huida de la justicia a Escocia resumió el "procés" con una frase que indignó al ala más radical del independentismo: "estábamos jugando al póquer e íbamos de farol".

Con su declaración, Dolors Bassa -que junto a Marta Rovira y Carme Forcadell dimitió de diputada de ERC en el Parlament la víspera de ser procesada por rebelión- no solo se ha desmarcado del entorno republicano, sino de los postconvergentes Josep Rull y Jordi Turull, quienes apenas se han salido del guion "procesista", excepto para reconocer tímidamente que la DUI fue solo una declaración política.

Bassa ha expuesto sin tapujos que fue la ruptura del acuerdo entre JxSí y la CUP lo que llevó al Govern a optar por el referéndum unilateral, en un momento en el que la única alternativa era convocar elecciones autonómicas, prerrogativa exclusiva, ha recordado, del entonces presidente catalán, el huido Carles Puigdemont.

No es la primera vez que la exconsellera de Trabajo se erige en verso libre de ERC: el pasado mes de enero, desde la cárcel de Puig de les Basses de Figueres (Girona) en que estuvo reclusa antes del juicio pidió a los partidos independentistas que no dejaran caer el Gobierno de Pedro Sánchez y advirtió de que una alternativa de PP, Ciudadanos y la extrema derecha sería "mucho peor".

Fiel a esas palabras, Dolors Bassa, quien ha eludido presentarse como víctima de un juicio político, solo se ha negado hoy a contestar a las preguntas de la acusación popular ejercida por VOX. Y lo ha hecho, ha explicado, "por respeto a todas las mujeres de España. Tolerancia cero", ha zanjado.