La ley otorga el mando de la Policía Nacional y de la Guardia Civil al secretario de Estado de Seguridad. Meses después de haber dejado ese puesto, José Antonio Nieto se ha revestido de nuevo de esa autoridad para dar la cara por los agentes que intervinieron en la jornada del referéndum del 1-O de 2017.

Casi cuatro horas ha durado el interrogatorio en el juicio del "procés" al ex secretario de Estado, que no ha eludido ninguna pregunta y apenas ha dudado en sus respuestas. Y si en alguna se ha equivocado, no ha tenido reparo en conceder la razón al interpelante.

Se esté o no de acuerdo con sus respuestas -el tribunal tendrá la última palabra-, lo cierto es que su comparecencia como testigo ha tenido que ver muy poco con la del pasado jueves de quien entonces era su jefe, el exministro del Interior Juan Ignacio Zoido, menos firme en la defensa de esos 6.000 agentes que se trasladaron a Cataluña para impedir el referéndum.

Frente a Zoido, su ex número dos ha cerrado filas con los policías y guardias civiles, pero sobre todo ha llegado al Tribunal Supremo más preparado, más documentado y, probablemente, con la ideas más claras de lo que quería decir.

Tanto que en ocasiones no ha podido evitar hacer consideraciones más de orden político o verter algunas opiniones que han tenido que ser cortadas por el presidente de la sala, el magistrado Manuel Marchena, que cada sesión se afana en lograr que los interrogatorios sean lo más aséptico posible. Lo que parece harto improbable por la propia enjundia del juicio.

También frente a los "imagino" o "lo desconozco" con los que Zoido despachó algunas preguntas, Nieto se ha extendido y ha hecho gala de buena memoria en el interrogatorio más largo a testigos de lo que se lleva de juicio.

Ha flaqueado más en el turno de preguntas de Javier Melero, el defensor del exconseller de Interior Joaquim Forn, a quien no sabemos qué le ha parecido la intervención de Nieto, ya que a la salida del receso a comer y a una pregunta de un periodista sobre ello, su respuesta ha sido escueta: "No digo nada, no puedo".

Como ya es sabido, la violencia en el 1-O y en días anteriores o posteriores, ejercida por unos u otros, se antoja como la clave del juicio. Nieto ha reconocido la usada por las fuerzas de seguridad del Estado -no fueron "cargas"- y la ha defendido porque, según él, fue proporcional. Incluso si se utilizó sobre los brazos de los concentrados en los colegios, que él no lo sabe, pero no estaría prohibida.

No ha podido, sin embargo, ofrecer datos que respaldaran la violencia que pudo ejercer la otra parte, a pesar de que, según ha aseverado, tenía información al instante de todo lo que ocurría.

Y la tenía porque desde mediados de septiembre y hasta enero se dedicó "en exclusiva" a la crisis de Cataluña. Un periodo en el que asumió la responsabilidad del despliegue policial, desde que se planteó y hasta el final. Pero no dio la orden de repliegue en el 1-O. Ni él ni ninguna autoridad judicial.

Acudió a reuniones "surrealistas" con los responsables de la Generalitat, según sus palabras, porque tenía que negociar que no se celebrara el referéndum con quien lo había convocado. "Difícil de manejar", ha lamentado, porque "llegaron con una idea y se fueron con ella".

Ha llegado Nieto al Supremo, impecablemente vestido y con un maletín, para ratificarse en que los policías y los guardias cumplieron el objetivo que tenían marcado, y lo hicieron "de forma ejemplar" dada su "profesionalidad".

Durante el interrogatorio, Marchena ha tenido que cortar tanto a Nieto como a los abogados de la defensa. A alguno ha tenido que recordarle que por mucho que lo intentara no iba a atraer al testigo a sus planteamientos y a algún otro que las preguntas en los juicios comienzan con un interrogación.

A Nieto también le ha tenido que devolver a su papel de testigo, ya que el secretario de Estado ha hecho alguna intentona de ser él el interpelante. "¿Usted tiene ese documento?", le ha preguntado, por ejemplo, a un abogado que se interesaba por un informe que el testigo desconocía.

Hasta se ha permitido asegurar, por si alguien lo dudaba, que no estaba cayendo en ninguna contradicción, aunque esto también lo decidirá el tribunal.

De lo que no hay duda es de que Nieto no ha escurrido el bulto. Era el jefe de los 6.000 agentes que él decidió desplegar y lo ha asumido.

Y entre las pocas anécdotas la protagonizada por el propio Nieto. Le ha traicionado el subconsciente -es andaluz- y por dos veces ha nombrado al Tribunal Superior de Justicia de Andalucía cuando quería decir de Cataluña.