Tacoronte celebró ayer la XXIII Romería de San Isidro Labrador, que reunió decenas de carretas, carros, grupos y parrandas en una mezcla de tradición campesina, folclore, fiesta y fervor religioso. La romería se afrontó con un nuevo ajuste de los costes que generaba para el ayuntamiento y una llamada a la participación de los vecinos para hacerla más popular y, a la vez, más económica para las arcas municipales. Atrás quedaron los tiempos en los que el ayuntamiento pagaba las carretas, el vino y la carne a los participantes.

Antes de que las calles se llenaran de viandas, vino y música canaria, a mediodía se celebró una misa cantada por alumnos de Primaria del Colegio Público Ernesto Castro Fariña. Tras la tradicional bendición del ganado, arrancó esta romería "de ida y vuelta".

Una de las peculiaridades de esta celebración tacorontera es que los romeros parten de la parroquia de Santa Catalina y regresan al mismo lugar, tras recorrer la calle El Calvario, engalanada para la ocasión, y volver sobre sus pasos desde La Alhóndiga.

Cierre con verbena

La jornada festiva se cerró con una concurrida verbena popular en la plaza de la iglesia de Santa Catalina.

La concejala delegada de Fiestas, Ana Díaz, ya anunciaba antes de la romería que trabajaba para fomentar "la participación, la colaboración y la imaginación de los romeros, para que junto a un esfuerzo económico municipal ajustado, nos permita alcanzar el objetivo de organizar una buena romería".