Opinión | A BABOR

La vieja Nueva Canarias (y la nueva)

La iniciativa de los alcaldes considera imprescindible un cambio total en la actual dirección, que deje de estar controlada por Román, Carmelo Ramírez y Pedro Quevedo

El presidente de Nueva Canarias, Román Rodríguez.

El presidente de Nueva Canarias, Román Rodríguez. / Efe

Después de cuatro años de imparable chulería, Román Rodríguez perdió su escaño en el Parlamento. Cometió el error de fiarse más del sociobarómetro que pagaba él, que de su hasta entonces infalible olfato, y optó por presentarse por la lista regional, quizá para evitar que alguien le afeara no haber tenido el valor de hacerlo. Se equivocó. A veces en política es más sensato tener exceso de prudencia que exceso de confianza: con un poco menos de soberbia y altanería, habría encabezado la lista insular y hoy sería diputado y portavoz de su grupo, huérfano en el Parlamento de la apreciada labia del líder caído. La pérdida del escaño de Román provocó un problema importante en el partido: el jefe se quedó sin cargo parlamentario y sin sueldo, y hubo que buscarle acomodo. El Grupo parlamentario se gasta una parte importante de sus fondos en pagarle un salario anual de 70.000 euros a un dirigente de 68 años, que podría estar cobrando ya la jubilación tan ricamente.

Pero a Román no lo jubilan los resultados electorales. Ahí sigue, dando ruedas de prensa y dirigiendo el cotarro de su partido como si no hubiera ocurrido nada. Y sí ha pasado: Nueva Canarias ha perdido el poder regional, que Román ejercía sin piedad alguna a través de la consejería de Hacienda y sus achichincles en la Televisión Pública Canaria. Pero además, la incapacidad de entenderse con Coalición Canaria provocó también que los del bloque canarista perdieran el escaño en Madrid, al que habían sacado bastante partido en las legislaturas pasadas, siempre presentándose en coalición, unas veces con el PSOE, otras con Coalición. La pérdida de representación en el Congreso y la decisión de Coalición de apoyar la investidura de Sánchez (después de haber apoyado la de Feijóo), dieron a Coalición la condición de interlocutor con el poder central que antes había tenido Nueva Canarias, y en una posición bastante ventajosa, al disponer también de un acuerdo sin conflictos con el Partido Popular. La pérdida de poder municipal en Telde tampoco ayudó demasiado, y la percepción de desgaste en el Cabildo grancanario, siquiera sea por una cuestión biológica Antonio Morales tiene 67 años, y se le nota bastante más que a Román– han provocado la inesperada reacción de los alcaldes mejor colocados de Nueva Canarias en Gran Canaria, que han descubierto de pronto el interés de alcanzar acuerdos con Coalición.

Esa posibilidad parece imposible de cerrar con Román al frente del partido, por eso los alcaldes –liderados por el de Gáldar, Teo Sosa– están trabajando desde hace semanas para que se produzca un acuerdo no traumático de renovación de la dirección, a la mayor brevedad posible. Se han producido encuentros y reuniones, y ahora se prepara una suerte de concilio entre los representantes de la actual dirección y los alcaldes que exigen cambios. El compromiso es lograr un acuerdo que evite la celebración de un Congreso Extraordinario de Nueva Canarias a cara de perro, un congreso que los alcaldes están dispuestos a solicitar si no se producen cambios inmediatamente después de las elecciones europeas.

Las opciones que barajan los alcaldes son tres: o un acuerdo para que los que hoy tienen el poder municipal se hagan con el control del partido, con vistas a recuperar el viejo proyecto de la unidad nacionalista; o un congreso extraordinario que conforme una nueva dirección si no se logra un acuerdo con la actual; o un acuerdo de los municipales de Nueva Canarias con Onalia Bueno, que ensaya una fórmula de nuevo partido independiente federado a Coalición Canaria. Ese acuerdo incluiría el reconocimiento del peso de los canaristas en Gran Canaria, y la cabeza de candidaturas al Cabildo y a la alcaldía de la ciudad. Onalia reivindica –para ella o para Coalición– ocupar la cabeza de lista en las elecciones al Parlamento.

Nueva Canarias tiene directamente o a través de asociaciones y grupos coaligados, presencia en el poder municipal en ocho de los 21 municipios de Gran Canaria. En la mayor parte de esos municipios se considera importante llegar a acuerdos que permitan un mejor entendimiento con el actual Gobierno. La unidad nacionalista facilitaría las cosas, además de devolver al nacionalismo canario la posibilidad de ser el primer partido de las islas, y tener entre tres y cuatro diputados al Congreso. Lo que ocurre es que esa no es una opción que vayan a facilitar Román Rodríguez o Carmelo Ramírez. Por eso, la iniciativa de los alcaldes considera imprescindible un cambio total en la actual dirección, que deje de estar controlada por Román, Carmelo Ramírez y Pedro Quevedo. Si ese cambio no se produce antes de que finalice este año, es perfectamente posible que Nueva Canarias acabe rota en dos pedazos enfrentados entre sí en el próximo 2025.

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