Opinión

Los países del BRICS hablaron de un futuro que no será ya unipolar

BRICS Summit in South Africa

BRICS Summit in South Africa / KIM LUDBROOK / POOL

Aunque los medios occidentales hayan prestado, como era de esperar, mucha menos atención a la reciente reunión de ministros de Exteriores del grupo BRICS que a la cumbre del G7, a nadie se le escapa la mayor importancia de la primera.

La mayoría de los participantes en la reunión en Apulia, sur de Italia, del llamado grupo de los Siete, los todavía considerados mayores actores globales por su peso político y económico y militar, pero en el que no figuran ni China ni Rusia, están en clara caída de popularidad.

No puede decirse otra cosa del más importante de todos, el presidente de EEUU, Joe Biden, del todavía premier ministro británico, Rishi Sunak, del canciller federal alemán, Olaf Scholz, del primer ministro japonés, Fumio Kishida, o del jefe del Gobierno canadiense, Justin Trudeau.

De la cumbre auspiciada por Italia salió la inevitable declaración de apoyo a Ucrania, a cuyo gobierno se concedió un nuevo préstamo de 50.000 millones de euros, respaldado por los intereses del dinero confiscado a Rusia, para que compre armas, así como una advertencia a Venezuela de Maduro ante las próximas elecciones.

De tono y contenido muy distinto fue la reunión de jefes de la diplomacia de los países BRICS, el grupo fundado por Brasil, Rusia, India, Suráfrica y China, y al que continuamente le salen nuevos novios: entre otros, Arabia Saudí, Tailandia, Argelia, Egipto, Irán, Vietnam y posiblemente también México y Colombia.

De esa reunión, celebrada en la ciudad rusa de Nizhni Nóvgorod, a orillas del Volga salió un comunicado conjunto que defiende una “reforma cabal de la arquitectura financiera de seguridad que dé mayor voz a los países en desarrollo”.

También aboga por reformar el Fondo Monetario Internacional, claramente dominado ahora por Estados Unidos, su mayor accionista, y la creación de una nueva cuota de participación que tenga en cuenta el nuevo tamaño económico de los países.

Otra propuesta de enorme trascendencia económica aprobada es la de fomentar “el uso de monedas locales” en el comercio y las transacciones financieras entre los integrantes del grupo.

Esto significa que rusos, chinos o rusos puedan, por ejemplo, comprar petróleo a Arabia Saudí y pagar en yuanes, rupias o rublos en lugar de utilizar siempre el dólar.

La desdolarización de la economía mundial, de la que llevan mucho tiempo advirtiendo expertos de EEUU, puede asestar un fuerte golpe al poder no sólo económico, sino también militar de la superpotencia.

Los ministros del grupo BRICS defendieron asimismo que los problemas africanos los solucionen los propios africanos, expresaron su preocupación por el deterioro de la situación en el Magreb y Oriente Medio y la violencia desatada en Gaza y abogaron por el reconocimiento en la ONU de Palestina como Estado soberano.

Conclusiones todas ellas de mayor trascendencia que las del Grupo de los Siete y que apuntan claramente a un mundo multipolar que sustituya a la supremacía mundial de una única potencia: la paradójicamente llamada, si pensamos en las continuas guerras, ‘Pax Americana’.