Opinión

Omar Batista Martín

Algunos problemas de hoy en día

La Fiscalía investiga a grupos xenófobos que se organizan para atacar a migrantes

La Fiscalía investiga a grupos xenófobos que se organizan para atacar a migrantes

Vivimos una crisis de representación desde hace varias décadas, la misma recorre Europa hora días, y va teniendo sus demostraciones en cada país de forma diferente. Lleva ocurriendo el suficiente tiempo como para que ya sea una época. Una época donde el surgimiento de opciones políticas populistas e institucionalistas no cesa, para tratar de dar respuesta a nuevas inquietudes de grupos amplios de voto. De un lado tenemos un crecimiento de los planteamientos identitarios, y de otro un descuido generalizado de los servicios públicos, lo cual es explosivo. La gente de aquí observa cómo no se cuida lo público mientras no para de aumentar la demanda a sus servicios por parte de turistas e inmigrantes.

¿Cuál es el diálogo social en ese ámbito? El que tienen las opciones políticas de extrema derecha, xenófobas y restrictivas en base a la etnia es más directo y claro, mientras que para las opciones progresistas que buscan políticas de redistribución tienen un camino bien tortuoso; pues es mucho más complicado proteger los servicios públicos, activar grandes cantidades de dinero para los mismos y a la vez cuidar del medioambiente y el porvenir de la economía, que restringir derechos a minorías étnicas o sociales, como se hace con el colectivo LGBTI en Italia o con la inmigración en Hungría. Es más fácil prohibir que redistribuir. Siempre ha sido más complicado ser progresista. La extrema derecha sólo tiene que legislar en contra de aquellos que no forman parte de su imagen étnica, expulsar y no dejar entrar en su territorio a quienes no quieren.

El mundo está cambiando, y la propia discusión este izquierda y derecha también. Hay un problema relativo a la percepción de eficacia del Estado del Bienestar, en relación a las políticas redistributivas, tradicionalmente asociadas a la izquierda, y la capacidad de las mismas para mejorar la vida de la gente. Un horizonte de posibilidad roto por la permanente sensación de distopía que nos acompaña.

La discusión está dejando de estar estructurada en un modelo de izquierda a derecha, avanzando a vivir en una lucha entre cosmopolitas y etno-nacionalistas. Cuanto más se aleje uno del centro de Europa, más lejana es esta dinámica, pero de a poco ya comienza a estar más presente. Los países que más asentado tienen hoy en día un modelo político que dé fe de la estructura izquierda y derecha clásicas son Portugal y España. En el resto de Estados hay una pluralidad de organizaciones de todo tipo que alteran el sistema político con nuevos partidos de derecha identitaria, derecha conservadora, verdes y opciones liberales, exiguas en nuestro país. Los verdes solo tienen presencia en Madrid, Barcelona y Valencia, y los liberales en País Vasco y Canarias. Somos un país raro, y Portugal también; quizás eso nos salve.

En este análisis hay que insistir en una cuestión fundamental del presente, que está alterando las percepciones, y por tanto los imaginarios políticos de cada ciudadano, hablamos en este caso de la propia inmediatez. En un contexto de escasez como el actual, las labores de la extrema derecha, son más percibidas como solucionadoras que el complejo entramado de políticas sociales que requería un acierto por parte de la izquierda. A todo ello se suma la precariedad de las instituciones estatales, recortadas o bien no dotadas lo suficiente tras constantes aumentos de demanda por parte de una población que no para de crecer, y un turismo que consume nuestros recursos culturales y naturales.

No hay otra manera de sostener nuestro bienestar que repartir los recursos que tenemos. Hablamos del Estado del Bienestar como si no viviésemos en un país donde la mayoría de la población cobra el Salario Mínimo Interprofesional, un lugar donde la media para que te vea un especialista sanitario por primera vez es de 101 días - según datos de la OCU -, donde además los centros de nuestras ciudades están siendo editados por rentas más altas venidas de no se sabe dónde, en una ampliación constante de los no lugares.

Incluso los mejores experimentos sociales tienen problemas. Por ahora nuestra sociedad es un ejemplo para el mundo en cuidar y respetar los derechos de todas las personas, sean como sean y vengan de donde vengan. No se sabe muy bien cómo, pues el teatro de la discusión pública es absolutamente desagradable para cualquier persona con amor por relacionarse con los demás y generar lazos comunes desde el respeto y la empatía. No se sabe muy bien cómo, pero aquí estamos, entre tanto diálogo ciego, bajo el cual existe y permanece una paz social, la sostienen unas instituciones llenas de profesores, médicos y todo tipo de trabajadores por el común. Aquí estamos.