España se encuentra inmersa en la celebración del 30 aniversario de las primeras elecciones municipales. Al ritmo de Betty Missiego, los españoles se acercaron, aún temerosos, cada vez menos, a las urnas después de un dilatado período de dictadura para envueltos en el abrigo constitucional dar vida a los primeros ayuntamientos.

Es la historia de la libertad. De equivocarse, incluso, por uno mismo. De sentir, por primera vez, que el pueblo tenía el mando. En Santa Cruz de La Palma es un sentimiento más añejo. Un orgullo que tiene siglos. Fue en 1773 cuando realmente tuvo lugar el primer sufragio universal en España. Fue aquí, en tierras palmeras, después de que los nuevos grupos sociales de la época, amparados en las reformas de Carlos III, se revelaran contra los regidores perpetuos. En verdad, ya lo habían hecho desde hacía años antes, ya que el pleito se inicio allá por 1771 en el marco de una precaria situación económica.

Aquellos, los primeros, donde destacó la figura de Anselmo Pérez de Brito, no aceptaron bajo ningún concepto decisiones caciquiles ni abusos de caudales públicos. La "guerra" estaba abierta y todo acabó con la celebración de las primeras elecciones, nombrándose regidores bienales en lugar de perpetuos, tras una resolución favorable de la Corona de Castilla.

Discurso de O''Daly. En el desarrollo de los acontecimientos fue decisivo el discurso del adinerado comerciante de origen irlandés Dionisio O''Daly, que en su nombramiento como Síndico Personero (cargo de responsabilidad insular), después de superar una batalla con el entonces Cabildo palmero, que lo había intentado inhabilitar para el ejercicio público, acusó abiertamente a los regidores de faltas graves en la gestión de los fondos municipales. El Consejo de Castilla, de 3 de diciembre de 1771, decidió castigar a los regidores perpetuos con multas y separarlos de su responsabilidad pública. Con tal resolución, se abrió el caminó para las elecciones que tuvieron lugar dos años más tarde.

Existe una confusión casi generalizada entre la población de que aquel primer ayuntamiento democrático se constituyó en la cueva de Carías, en la zona norte de la ciudad, una creencia que incluso se puede encontrar en diferentes páginas de internet y que es totalmente errónea. Casi un disparate. En 1771, cuando comenzó el pleito de los regidores perpetuos, ya estaban, y de lejos, las edificaciones municipales actuales.

Cueva de Carías.El error puede estar fundamentado en que ciertamente la cueva de Carías fue, según diferentes historiadores gracias a narraciones orales, el antiguo palacio municipal en donde se celebraron los primeros cabildos y donde se aprobaron las primeras ordenanzas municipales; es decir, fue la primera sede del Concejo de la Isla, cuyas decisiones afectaban a toda el territorio, pero no era democrático ni elegido por sufragio. Se cree que era la sede del cantón prehispánico de Tedote, uno de los doce en que estaba dividida La Palma antes de su incorporación a la Corona de Castilla, y que fue reutilizada por parte de los nuevos pobladores como sede primitiva de aquel concejo de La Palma desde 1495.

De ayuntamiento a hospital. La cueva de Carías, que no está bien conservada, ni mucho menos, para la historia que asume, pese a los intentos por ponerla en valor de técnico de Patrimonio Histórico como Víctor Correa, ha ido evolucionando con el transcurrir de los años. Tras dejar de ser sede del Concejo de La Palma, en caso de que realmente lo hubiera sido, fue utilizada, entre otras funciones, como hospital de elefantiasis, síndrome caracterizado por el aumento enorme de algunas partes del cuerpo, especialmente de las extremidades inferiores y de los órganos genitales externos, aunque también produce hipertrofia de las capas dérmicas y subdérmicas, igual que la lepra.

En la actualidad, aquel primer ayuntamiento, que no democrático, se usa como espacio para el tradicional Auto de los Reyes Magos y para el Idolo de Asís con motivo de las fiestas de San Francisco.