La mayoría de los comercios abiertos, miles de personas en la calle, las terrazas de los bares repletas de clientes, decenas de visitantes en el espigón de la playa... un domingo distinto en el casco histórico de Santa Cruz de La Palma, ayer con mayor "vida".

La coincidencia en el puerto de dos cruceros con miles de pasajeros a bordo, en concreto el "Oriana" (partió a las 18 horas con destino Lisboa) y el "Merella Dream" (salió rumbo a Funchal a las tres de la tarde), cambiaron la habitual estampa monótona de la ciudad de un domingo cualquiera. Se unió además la instalación en plena Calle Real y en Apurón del mercadillo o rastro, con lo que los lugareños que tradicionalmente acuden a estas carpas de venta de productos de segunda mano, además de agrícolas, se entremezclaron con los turistas.

También músicos callejeros aprovecharon la ocasión para mostrar su talento por unas monedas.

Un paseo por las principales calles del casco, desde la plaza de la Constitución hasta La Alameda, aunque sobre todo en la calle O''Daly, permite comprobar cómo los establecimientos de la capital, al menos aquellos instalados en el centro, han cambiado de mentalidad durante los últimos tiempos. Antes eran escasos los comercios que decidían abrir sus puertas los domingos o días festivos, hubiera o no crucero en el puerto, pero la realidad es que la mayoría se han dado cuenta de que son ingresos que no pueden despreciar y que incluso salvan negocios.

A propósito, un representante de la patronal, perfecto conocedor de la economía de las empresas del casco histórico, afirmó ayer sin reparos al redactor que "si no fuera por los cruceristas, el 25 o 30% de los comercios tendrían que cerrar sus puertas". La cifra es muy difícil de saber con exactitud, pero sí es evidente que sin esta aportación demasiados empleados perderían su puestos de trabajo.

En otro establecimiento se muestran agradecidos por la llegada de cruceros, "siempre se agradecen", pero su propietaria aclara que "los turistas de hoy (por ayer) son ingleses. Son un poco ahorradores, por decirlo de alguna manera. Con los alemanes es diferente. Pero bueno, al menos vienen".

En el recorrido por la ciudad, un tercer empresario afirma a las puertas de su negocio que "lo peor de los cruceros es que la temporada ya se está acabando. Se mantiene hasta el próximo mes y luego ya desciende. Durante el verano solo recibimos en La Palma algún barco aislado". "¿Qué si son importantes para los negocios?", vaya pregunta me hace...", sentencia.