A veces, en demasiadas ocasiones, la edad no va unida al espíritu. Antonio Gutiérrez tenía 91 años pero su alma era dicharachera, inquieta, genuina, como si en cualquier momento quisiera escapar en busca de otro cuerpo más joven.

El Carnaval no solo de Santa Cruz de La Palma sino en toda su expresión y recorrido, ha perdido a uno de los más grandes. Don Antonio aglutinaba guasa, elegancia, humanidad... Él era un indiano. Y sí, ya lo decía uno de sus habituales carteles: "Lo importante no es mantenerse vivo, sino mantenerse humano".