Rosendo Cutillas (1852-1930) tuvo que ser un ser ingenioso. Es fácil imaginarlo como una persona inquieta, imaginativa, rebuscando en las nuevas tecnologías de su época para generar actividad. O quizás apenas sea una visión del redactor. Quién sabe.

Cutillas fue el principal promotor del establecimiento de las primeras líneas telefónicas en La Palma. El investigador Manuel Poggio recuerda que "en 1893 unió por medio de un tendido de cables la Santa Cruz de La Palma con Mazo a través de Las Breñas". ¿Funcionó? Claro. Es más, al año siguiente creó una sociedad junto a otros empresarios para enlazar las comarcas este y oeste de la Isla, en lo que fue la mayor red telefónica de Canarias.

Con una apuesta de esa magnitud seguramente ya sería suficiente para tener una vida tranquila. Para no agobiarse. Pero no. Rosendo fue también el que instaló en La Palma el primer receptor de radio y, además, como constructor llegó a promover, desde 1905, una gran vía o paseo marítimo en Santa Cruz de La Palma. Sí, era talento.

Hace apenas tres lustros se descubrió que Rosendo Cutillas fue uno de los pioneros de la fotografía en La Palma. "Hasta hace 15 años se trataba de un nombre completamente olvidado en el devenir de la fotografía palmera, ya que se conoció mucho más su faceta como pionero en la introducción de las comunicaciones telefónicas, así como su dedicación al comercio y a la construcción arquitectónica", reconoció el consejero insular de Patrimonio Histórico, Primitivo Jerónimo.

Ahora se sabe que Rosendo Cutillas fue "uno de los fotógrafos históricos de La Palma, uno de los pioneros en el arte de la imagen en la Isla. Abrió un estudio profesional en la calle Pérez de Brito hacia 1895, que se mantuvo abierto hasta alrededor de 1905", apuntó el consejero. Al objeto de reconocer su labor como documentalista gráfico, el Cabildo ha abierto una exposición con una veintena de sus imágenes, que tiene lugar en el Museo Insular de La Palma.

El rescate del legado fotográfico de Rosendo Cutillas por parte del Cabildo se realizó a través de dos donaciones: la de la familia Leal Monterrey, que en 2003 entregó más de 200 placas de cristal a la gelatina; y la de Áureo Cutillas Cobiella, nieto de Rosendo Cutillas, quien cedió en 2011 otra relevante serie de fotografías negativas en cristal.