BARRIO A BARRIO | La Salud

Matilde, ocho meses sin poder salir de su casa y pendiente de que entre en servicio su ascensor

Vecinos de La Salud donde se instalaron elevadores con Patricia Hernández de alcaldesa exigen ponerlos en marcha 

Patricia Hernández, junto a uno de los ascensores instalados en dos bloques de La Salud.

Patricia Hernández, junto a uno de los ascensores instalados en dos bloques de La Salud. / El Día

Humberto Gonar

Humberto Gonar

El próximo 9 de julio de 2024 se cumplen cuatro años del día que la entonces alcaldesa de Santa Cruz, la socialista Patricia Hernández, suscribió el compromiso con los representantes de dos comunidades de vecinos de La Salud para instalar sendos ascensores que «devolverán» la libertad a los vecinos. El pasado martes la ahora portavoz de la oposición visitó los dos bloques de viviendas para conocer el estado en el que se encuentran las obras.

A las puertas de uno de los bloques, Toñi, quien fuera presidente de la agrupación musical A Su Aire, quien lamenta que desde hace ocho meses su esposa, Matilde, solo sale a la calle para ir al médico, en lo que se convierte en una odisea por los dolores y la molestia. Ella viva en el tercer piso, pero no es la única que permanece recluida en dichos bloques.

Junto a las concejalas del PSOE Alana Chinea y Mónica Brito, Patricia Hernández acude a la llamada de algunos de los residentes de las manzanas B y G del barrio de La Salud. Tati, la presidenta de la comunidad de vecinos de una de ellas, asegura que hace seis meses finalizaron las obras y desde entonces están esperando su puesta en marcha que está supeditada a permisos de Industria. En el otro bloque la vecina del primero, María Candelaria Vera, asegura que hace un año que los trabajos finalizaron... «Y los vecinos están ya desesperados porque, especialmente los que viven en el tercer y cuarto piso, necesitan que se activen para poder hacer su vida: salir a la calle o subir la compra». «Cuando llegamos aquí todos éramos jóvenes, pero el tiempo pasa», asegura con jovialidad esta elegante mujer que a sus setenta años mantiene viva la huella de cuando con 16 fue elegida reina de las fiestas de Valleseco.

Se suma a la visita que realizan los socialistas Daniel, presidente de la comunidad de vecinos, que con cautela desliza algunas anomalías pendientes de rematar en el bloque. Estas manzanas se beneficiaron de las obras de las Áreas de Regeneración y Renovación Urbana (ARRU), a las que se incorporaron los ascensores, una de las puntas de lanza de la gestión de la entonces alcaldesa socialista. «Estamos a su disposición por si podemos ayudar en algo», emplazó a los vecinos, que miran con desconsuelo, anhelando el día que entren en servicio.

Desde Viviendas Municipales, su actual responsable, la nacionalista Belén Mesa, explica que «no hace un año que están acabados. Lo último en lo que se ha trabajado es en la centralización de contadores para poder ponerlos en marcha. Esa instalación requiere de un contador trifásico y una acometida nueva, Endesa no hace ni un mes que la instalo. Ahora estamos con las gestiones con los vecinos y la empresa suministradora para la firma de los contratos de mantenimiento, para ponerla en marcha. A esto también se le suma las gestiones con Industria. Según los criterios técnicos, en muy breve se ponen a funcionar».

Romper las barreras de estar recluido en los pisos más altos tiene un precio: 69.972 euros, en el caso de la manzana B y 69.972, en la G.

Daniel conduce a la comitiva socialista al acceso directo habilitado en la parte baja y que ha permitido ganar un patio exterior del bloque con la calle, en la zona más próxima a la cancha. Más allá de los ascensores que hipotecan su calidad de vida, espera mejoras, como la reubicación de la parada de guagua que les tapa la casa, la colocación de una goma que emite el sungunete a una tapa de alcantarilla, que pulan el suelo que atrae la basura o testen las humedades en los techos...

Mientras, Patricia Hernández espera el día que entren en servicio los dos únicos ascensores que se instalaron por su empeño en viviendas sociales de Santa Cruz mientras los nacionalistas decían que era una quimera.