Están ahí desde hace cientos de años, pero son desconocidas para la mayoría de los vecinos del municipio de Santa Cruz de Tenerife. Incluso, para los que residen en ellas. Calles y plazas que ni mucho menos se encuentran alejadas del centro o de las vías principales. Por eso, los cinco ejemplos expuestos en este recorrido no incluyen zonas de los distritos de Anaga o el Suroeste ni de la expansión urbana hacia el sur en Cabo-Llanos. Como si de un juego de conocimientos -en este caso geográficos- se tratara, la pregunta es: ¿Usted sabe dónde está esto?

La ciudad se ordena "del mar hacia arriba" como los números de las viviendas. Por eso hay que comenzar por la calle San Nicolás, en pleno corazón del barrio de El Toscal, y una de las muchas que deben su nombre al santoral. Muy cerca del parque García Sanabria y de Méndez Núñez, une San Francisco Javier y San Vicente Ferrer. Pequeña en extensión, pero importante por albergar algunos de los mejores ejemplos de arquitectura racionalista que se conservan en la ciudad. Por eso, el "eterno" Plan Especial, que sigue pendiente de "flecos", la incluye en un futuro itinerario histórico y prevé la peatonalización. A ver si es una realidad en 2016.

También en Centro-Ifara, un poco más arriba, otro barrio histórico: Duggi, o El Monturrio como le gusta a su gente. Entre sus viejas calles -formaron la primera trama plenamente urbana de la ciudad-, renovadas por la transformación de la vía del barranco de Santos, está una de nombre tan largo como poco conocido. Se trata de Vicenta María López de Vicuña, entre Álvarez de Lugo y Castro, a la vera de "la serpiente" que corta Santa Cruz en dos. Está dedicada a la fundadora de la Congregación de Religiosas de María Inmaculada que tiene desde hace décadas su sede en la avenida de La Salle. En el número 8 de Vicenta María se ha instalado hace poco la asociación Arca de Babel, que fomenta el autoempleo y la formación.

Hay que seguir subiendo, algo inevitable en la capital tinerfeña. Hasta llegar, ya en Salud-La Salle, al entorno del puente Zurita -uno de los cuatro grandes que la cruzan con Serrador, Galcerán y Loño- y la avenida Islas Canarias. Entre esta y el barranco de Santos como límite natural se encuentra el barrio de Buenavista. Pasaje de Álvarez es una de sus vías principales. No tiene estructura de pasaje sino que es un callejón con dos ramas, 1 y 2. La tranquilidad de la vida cotidiana en este espacio de casas terreras y vecinos "de toda la vida" se quebró el 19 de octubre de 2014. A consecuencia del temporal de lluvia de aquel día, una tromba de agua que bajó desde la avenida de Venezuela anegó esta zona y literalmente "lanzó" varias viviendas al barranco. Poco a poco se han ido recuperando la normalidad y las infraestructuras.

Al otro lado del barranco -siempre el barranco-, la avenida de La Asunción refleja la pujanza de esta parte de la ciudad con la rambla central que nuclea un barrio de casas con solera y jardines, incluyendo el "irredento" Parque Cultural Viera y Clavijo. De repente, pasada la plaza de La Paz, en el margen derecho, junto al peatonal ganado que lleva a Salamanca y ya cerca de República Dominicana y la avenida de Bélgica, aparece el Pasaje Asuncionistas. Una verja permite acceder a otro mundo. Son 116 metros de largo que acaban en un fondo de saco. La sensación de abandono y vertedero incontrolado acompaña al recorrido por este paisaje de otra época. Hay gente que vive allí de autoconstrucción y entre una naturaleza frondosa.

Ya en el límite entre Salud-La Salle y Ofra-Costa Sur, la avenida Ángel Romero es continuación de la de Islas Canarias y lleva hasta la Vuelta de los Pájaros en la carretera hacia La Laguna. Por la ruta del tranvía. En medio, otro espacio que "desentona". En este caso, la calle Domingo Rodríguez Rivero, un camino todavía de tierra, en paralelo a la propia avenida y que corresponde en parte con la trasera de otrora uno de los cabarets más famosos de la ciudad. Su decadencia y posterior desaparición ha sido signo del cambio de los tiempos. Dos motores económicos en este entorno: la Cervecera y Litografía Romero, la única empresa canaria fundada en el siglo XIX que permanece activa. La avenida está dedicada a quien la consolidó, tras fundarla su padre, en las primeras décadas del XX: el pintor Ángel Romero Mateos (Cádiz, 1875-S/C de Tenerife, 1963).

Solo son cinco ejemplos que, a manera de fugaz pincelada, sin mayores pretensiones, plantean preguntas al vecino curioso sobre una ciudad en la que se vive y por la que se pasa, pero casi siempre no se conoce.