No por repetida cada año, la ceremonia deja de emocionar siempre a los descendientes de aquellos marinos y pescadores del "puerto de La Laguna" que un día se emanciparon como ciudad, luego invicta y todo eso. Ayer era el día de tributar a la Virgen del Carmen desde la tierra y desde la mar. No es oficialmente patrona de la ciudad, pero debería.

Fueron miles los que se acercaron al muelle capitalino para observar desde "el parapeto" de la avenida de Anaga a los cientos de barcos que acompañaban al de la imagen. El día dejaba hueco al ocaso, pero todo había comenzado horas antes en otro lugar emblemático de Santa Cruz: la iglesia matriz de La Concepción.

A la salida de la parroquia tuvo lugar el canto de la "Salve Marinera" a cargo de la Coral Polifónica del Círculo de Amistad XII de Enero, dirigida por Salvador Rojas, acompañada de la Banda Municipal de Música con Felipe Neri Gil al frente. La función religiosa dio paso a la salida de la procesión. No exactamente por el recorrido habitual, al menos al completo, ya que una de las principales novedades de este año era que la ruta cambiaba y no había necesidad de cortar el tráfico en la ciudad.

Así, la imagen del Carmen procesionó por la plaza de la Iglesia, Santo Domingo, Cruz Verde, Villalba Hervás y La Marina hacia la plaza de España (carril frente al Cabildo) para atravesar la avenida Marítima hasta su entrada en el muelle de Ribera. Por el interior del puerto y, tras recorrer la nueva "pasarela" verde de los cruceros, girar a la izquierda y continuar por delante de la avenida de los ilustres visitantes, se procedió al embarque de la Virgen. Ya declinaba el día entre el canto de la Salve marinera, motetes o habaneras a la Virgen y la simbólica suelta de palomas mensajeras de paz.

La parte marítima se desarrolló con normalidad y barcos de todo tipo -grandes y chicos, de pesca o de recreo- escoltaron el de la Virgen hasta el Muelle Norte. Allí, como es habitual los últimos años, con el correíllo "La Palma" de testigo mudo, Chago Melián cantó el "Ave María" y tuvo lugar el sentido homenaje a los fallecidos en la mar con el lanzamiento de una corona.

Justo enfrente, una recuperada estación del jet-foil acoge estos días, como un guiño a ese ansiado y nunca materializado museo náutico-marítimo, los tesoros de la exposición "Memorias del Muelle".

La desembocadura del barranco de Tahodio, reflejo de la sociedad y sus contrastes -con el flamante mural de Gagamov, que anuncia la inminencia de La Gesta como telón de fondo- acogía la celebración del pueblo, entre neveras portátiles, tableros de sardinas y olores peculiares. Arriba, las ventanas iluminadas del Club Náutico esbozaban el discreto encanto de la verbena de la burguesía. La Virgen del Carmen es patrona de todos.

Y vuelta. Retorno hasta el punto de partida, desembarco poco antes de las diez y recorrido para volver a La Concepción. Del muelle por la avenida Marítima, plaza de España, General Gutiérrez, Imeldo Serís, Candelaria, Santo Domingo y plaza de la Iglesia. Final este año y seguido para el próximo.