"Lo que mi abuelo quería era hacer feliz a la gente". La frase de su nieta, Yvonne, define la trayectoria de Camilo Morín Torres (1933-2016), dirigente vecinal de Santa Cruz al que el barrio de Ofra le debe muchas de las mejoras logradas en los últimos treinta años. Durante más de esas tres décadas, desde 1983, luchó por hacer realidad esas reivindicaciones quien fuera presidente de las asociaciones San Agustín Delicias Altas y Chimichey. Prácticamente, hasta su fallecimiento el pasado lunes.

Yvonne tuvo la feliz iniciativa de recopilar los cientos de recortes de prensa y otras referencias que su abuelo siempre le mostraba orgulloso. Ambos sostuvieron un encuentro público, en presencia de EL DÍA, el pasado mes de junio en una especie de "oficialización" de la toma del testigo dentro del ámbito de la lucha con un sentido colectivo y afán de justicia que ella heredó de él.

Entonces, Yvonne resumía sus sentimientos con una preciosa frase: "Hoy me he dado cuenta de que en todos los años de mi vida he tenido al lado un héroe sin capa".

Buscar opiniones sobre Camilo es recibir los recurrentes parabienes dedicados a quien ha desaparecido. Pero resulta elocuente desvelar el perfil de alguien que lo ha conocido en batallas" recientes de su "guerra" de toda la vida, desde los tiempos de Manuel Hermoso de alcalde. Este es el caso de Ruymán Afonso, trabajador social muy vinculado a ese enorme macrobarrio con 23 entidades poblacionales que es Ofra en tareas como la lucha contra el absentismo escolar.

"Conocí a Camilo, explica quien se define como educador de calle, por mi labor profesional con jóvenes, adolescentes y familias del barrio. Cumple el perfil, que define Marco Marchioni, de testigo privilegiado en el trabajo social por bagaje, historia, emprendeduría y creatividad". Camilo, añade Afonso, "tuvo una infancia muy dura, pero siempre mantuvo muy arraigado el sentimiento comunitario que defendió toda su vida". Para Ruymán, "era un ejemplo vivo" de otro axioma, el del ruso Sujomlinski, propulsor de la Escuela de la alegría, cuando decía que "la pedagogía no tiene sentido si no se hace feliz a los niños. Eso movía a Camilo".

Afonso destaca otro valor en la figura: "El servicio a la gente sin ánimo de lucro. Entendía el espacio físico de la asociación de vecinos como un motor para la actividad comunitaria. Y dio ese buen ejemplo hasta el final"

Afonso concluyó: "Me enriquecía escucharlo por su enorme experiencia. Conocía los problemas de sus vecinos y se implicaba en ellos para buscar soluciones como buen testigo privilegiado".

Bermúdez: "A disposición de la familia para un homenaje"

José Manuel Bermúdez, alcalde de Santa Cruz, acudió el pasado martes al sepelio de Camilo Morín y adelantó a su nieta: "Nos ponemos a disposición de la familia para apoyar cualquier iniciativa de posible homenaje". "La última vez que coincidimos fue en el Día del Vecino. Era un referente para su barrio con un bagaje histórico de 30 años y cuando queríamos hacer algo allí lo consultábamos porque nos daba una perspectiva de los problemas, siempre con su documentación y los recortes de prensa que nos mostraba en Ofra o cuando venía al ayuntamiento. Valoro su lealtad a la ciudad y su comprensión sin perder nunca la firmeza en las reivindicaciones. Un caballero en las formas y un luchador incansable por su barrio en el fondo, Ejemplo para los dirigentes vecinales de hoy. Es una pérdida sensible y lo vamos a echar mucho de menos", dijo Bermúdez.

De Camilín a Camilo, toda una vida

Camilín -como lo conocían de niño-, primero, y Camilo, después, nació en el barrio de Buenos Aires y en el seno de una familia humilde. Se casó, y enviudó, de Pura y ejerció como auxiliar administrativo y corredor de seguros antes de abrir un negocio de hostelería en Ofra que gestionan hoy sus hijos y nietos. Se fue el lunes y mañana por la tarde se le recordará con una misa que tendrá como escenario la iglesia de San Agustín en Chimisay. Queda su recuerdo y su ejemplo de lucha. Descanse en paz Camilo Morín.