Casa Fela se ha consolidado -con Raúl, Tino y Male detrás- como uno de los pocos lugares con "comida de guachinche de calidad" en Santa Cruz. El plenilunio otoñal de 2016 lo había "bautizado" y el de 2017 lo ha "bendecido". Ejemplo de emprendiduría que ha cuajado con la restauración como base, el camino escogido para el impulso económico de la ciudad. Porque ayer las calles del centro de la capital tinerfeña, como la de Ruiz de Padrón, donde está el local, se llenaron de gente y, por tanto, de consumidores, durante más de doce horas. Desde la inauguración por la mañana en el "corpóreo" -esas letras del "Corazón de Tenerife" junto al Lago de la plaza España- hasta la última copa en La Recova (qué gran invento su apertura). Más de cien actividades gratuitas, con treinta escenarios fijos, pero sobre todo unas vías tomadas por más de cien mil personas, según fuentes municipales, en la jornada sabatina. Una fiesta de la cultura, la música, el deporte, el espectáculo y, cómo no, la restauración.

De sol a sol, pero con presencia plomiza durante todo el día de "Lorenzo". Ya lo dijo el alcalde Bermúdez en la inauguración: "Pónganse protector porque va a hacer un día fuertito". Y lo hizo. También centró el marco geográfico. De Almeida al parque García Sanabria y de la plaza de España al Castillo Negro. Esos cuatro puntos fueron "piedras angulares" del Plenilunio, Un evento que resistió desafíos como el del "cochino negro" en La Laguna o las fiestas patronales en un municipio con tanto peso turístico como Adeje.

El inicio fue potente y premonitorio, tanto como la fuerza de los tambores de Bloko del Valle, que durante media hora (repitieron luego en otros escenarios) retumbaron en el "kilómetro cero" de la Isla y su "corazón", que latió de manera estruendosa con lo que, según su creador, Unai Cañadas, "no es una batucada, sino una escuela de percusión social que tiene 230 personas tocando por toda la isla". Medio centenar se "rompió las manos" para deleitar al auditorio. Ya era numeroso, de nativos y foráneos de paseo, pese a la hora aún temprana.

Antes incluso de la inauguración, casi cuando las calles ni siquiera se habían puesto, un grupo de "forzudos" ya había iniciado su particular lucha contra los elementos en la Crossfit, una prueba cívicomilitar de enorme esfuerzo físico en la Explanada de los Llanos.

El ritmo se mantuvo durante todo el día en un tono alto.

Más arriba del barranco de Santos, la Casa del Carnaval se estrenaba en Plenilunio. Visitas guiadas, talleres de maquillaje, disfraces y sobre todo, actuaciones de grupos. En especial de las comparsas que ofrecieron su habitual espectáculo de ritmo y colorido a propios y extraños. Entre estos extraños, miles de guiris que se dejaron ver desde temprano en las terrazas de Castillo o la plaza de la Candelaria. Muchos, más de 6.000, procedían dos de los cruceros atracados en el puerto: "Costa Mágica" y "Navigator of the Seas".

En un bar "de toda la vida", en el entorno del Mercado, el encargado llamaba al reponedor sobre el mediodía: "Mándame una cajita más que hoy es el Plenilunio ese". Las previsiones se desbordaban y quedaba aún toda la tarde. Pero es que a diferencia del año anterior, la gente salió a la calle más temprano en un día que, en lo climatológico, invitaba a ello.

En el parque García Sanabria no hubo turno de mañana o de tarde sino lleno todo el día. Con sus paseos centrales "empetados", entre carritos de comida, Le Good Market o puestos de verduras y frutas ecológicas. Y música, mucha música. De ambiente y en directo.

La plaza del Príncipe, la del parque Bulevar, la de San Francisco o la Alameda fueron "capitales de los niños" ayer. Con juegos, talleres o cuentacuentos. O la de la Candelaria con sus hinchables.

Entre "los de casa", los chicharreros, orgullo. Como en Pedro: "Guiapísimo día. Estas cosas hay que hacerlas más a menudo. Si hay iniciativas, el pueblo responde siempre".

John y Mildret bajaron de uno de esos barcos apuntados antes. Del sur de Inglaterra, sus ojos y sus sonrisas lo decían todo. José y su familia, por último, llegaron del Norte para pasar "un día distinto". Y no se fueron decepcionados.

Tampoco hubo decepción para los que presenciaron -lleno en las 90 sillas y gente de pie- el ameno espectáculo que Timaginas Teatro escenificó en ese marco incomparable que es el Castillo Negro o de San Juan. En fragmentos de veinte minutos mostraron la historia de las tres cabezas de león negras que decoran el escudo de Santa Cruz. El motivo: el rechazo a tres invasiones inglesas, una por cabeza, las de Blake (1657), Jennings (1706) y Nelson (1797).

Entre visitas al TEA, al Clavel Market, a las muestras caninas de la plaza de la Isla de la Madera o a la Casa del Miedo -exposición de tocados de Los Mamelucos- y con muchas camisetas del CD Tenerife, tras el partido de ayer, todos los caminos llevaban a La Recova.

Cartel en octubre del Carnaval de febrero

La plaza del Príncipe acogió ayer, dentro de la programación del Plenilunio, el acto de presentación del cartel del Carnaval de la Fantasía 2018, elegido por votación popular durante el pasado mes de septiembre entre diez finalistas. El celo del Organismo Autónomo de Fiestas y Actividades Recreativas (OAFAR) llevó a mantener la duda entre varias propuestas casi hasta el último minuto con quinielas virtuales que en su mayoría no han tenido traducción en la realidad. Pero la organización logró mantener la incógnita. Después de la interpretación por Ni un Pelo de Tonto del "Santa Cruz en Carnaval", ligeramente pasadas las ocho de la tarde, el alcalde Bermúdez (ayer tuvo jornada intensiva), acompañado de la concejala del área, Gladis de León, desveló el misterio. Ante un numeroso público que llenó la plaza y la calle Valentín Sanz para disfrutar de la batucada de varias comparsas, en una pantalla la cuenta atrás mantuvo la emoción hasta que apareció a continuación del cero la obra denominada "La guardia del cetro", cuyo autor es el ilustrador tinerfeño Nareme Melián Mahugo, nacido en 1987.