Han participado en decenas de rescates, han velado por el buen desarrollo de las fiestas patronales y se han encargado, por ejemplo, de supervisar pruebas deportivas y rodajes cinematográficos. Sin embargo, su trabajo, en ocasiones, ha pasado desapercibida. Tal vez por la magnitud del escenario donde desempeñan su labor: el macizo de Anaga.

Toño y Juan son los dos agentes que forman el servicio permanente de la Policía Local de Santa Cruz en Anaga. Cuando se inauguró el dispositivo, en el año 2012, eran cuatro los componentes, pero con el paso de los años el número se redujo hasta quedarse ellos dos solos. Y eso que el territorio que vigilan es extenso y cada vez más visitado.

En estos seis años -se cumplen esta semana- , Juan y Toño han recorrido con su todoterreno miles de kilómetros de pueblos, pistas, enclaves y costas del macizo. Siempre ofreciendo seguridad, comprensión y ayuda a los habitantes.

Y es que la presencia policial ha sido una de las reclamaciones históricas de los ciudadanos de esta parte del municipio de Santa Cruz. Con el paso del tiempo, estos agentes no solo lo han logrado, sino que, muchas veces, se han convertido en una de las representaciones más cercadas del ayuntamiento.

De su día a día en el macizo hay cientos de ejemplos, unos más "agradables" que otros. Nada distinto a lo que se encuentran sus compañeros en otros puntos de la ciudad, pero en un entorno mucho más atractivo. Un ejemplo reciente: la detección de una obra ilegal en el conocido como Muñón de San Andrés. Como para ellos no es incompatible combinar cercanía con el cumplimiento de las normas, después de las oportunas identificaciones de los "obreros" y las fotografías que acompañarán a la denuncia se levanta un acta que supondrá una sanción.

Aunque no se trata de algo habitual, en este caso concreto ya habían sido advertidos, semanas antes, de la conveniencia de tramitar las oportunas licencias y permisos antes de levantar muros y construir edificaciones.

Otra tarea "ingrata, pero necesaria" es la realización de las notificaciones de las órdenes de derribo que emite la Agencia de Protección del Medio Urbano y Natural (Apmun). Circunstancias del oficio.

También es habitual que encuentren, en sus recorridos por el macizo, coches abandonados en las cunetas. Allí los dejan sus titulares con la esperanza de eludir sus responsabilidades a la hora de deshacerse de ellos. Y, cómo no, también supervisan explotaciones ganaderas, bastante comunes aún en los pueblos y enclaves de Anaga. Las ilegalidades en esta materia también son controladas por ellos y notificadas a la autoridad competente.

Curiosamente, tanto Toño como Juan son "expertos conocedores" de la flora y fauna de la zona, por lo que es habitual que colaboren con investigadores de las universidades canarias, e incluso de otros países, cuando deben visitar determinados puntos de Anaga, en especial las reservas naturales integrales, ya sea El Pijaral o Ijuana. De hecho, una de sus tareas diarias es verificar que quienes acceden a estos puntos cuentan con la autorización previa obligatoria.

Precisamente, como una de las razones por las que se creó el servicio policial fue dotar de mayor seguridad a turistas y visitantes, los agentes enfatizan el trabajo realizado en este ámbito. Aunque no se haya erradicado del todo, el descenso en el número de delitos es más que significativo.

Y así seguirá siendo. Mientras puedan y los dejen. Desde el cortadito matutino en el pueblo de San Andrés, hasta el último minuto del servicio. En Anaga, con sus gentes. Y también con los que la visiten.