La Voz del Valle, en este caso la de su conductor, Luján González Izquierdo, retumba en Taganana: "Estamos en 1893 -en realidad hace unos días-. Vamos a hacer guardia en diferentes sitios y a conmemorar que nuestro pueblo y su zona de influencia se libró de la epidemia del cólera gracias a la intervención de la Cuarta Compañía de Milicias y del entonces alcalde al cerrar todas las entradas del pueblo y del antiguo municipio". Vestidos de época desfilaron por las calles de "la capital de Anaga" este grupo de vecinos recreadores que luego se apostaron estratégicamente en los caminos de acceso y salida del valle, como ya hicieron sus ancestros a finales del siglo XIX. Contaron para esa jornada de rememoración histórica con la colaboración del Ayuntamiento de Santa Cruz y del Parque Rural de la Reserva de la Biosfera.

Ante la sorpresa de propios y extraños, léase senderistas extranjeros, aparecieron por las veredas anaguenses estos "soldados del pueblo" perfectamente equipados y armados con mosquetones. Ellos impidieron la llegada de una epidemia que sí causó muertes en el vecino San Andrés -fue el origen de su cementerio-, en Santa Cruz y en otras partes de la isla.

"No era la primera vez que ocurría algo así en nuestra historia -recuerda Luján- pues algo similar sucedió con la modorra, la enfermedad de los aborígenes tras la conquista castellana". Durante meses, añade Luján González, "vigilaron los accesos. Se podía salir, pero no entrar. Solo lo hizo una persona, hijo del pueblo, que fue aislado en una casa del Cardonal. Rociaron el cuarto con azufre, según la costumbre. No estaba infectado porque en caso contrario habría habido muchos muertos y tal vez no estaríamos hoy aquí".

Sus descendientes han querido recordar a aquellos tagananeros "tatarabuelos o bisabuelos que nos preservaron del cólera. Si hubiera entrado en un valle cerrado pocos se hubiesen salvado".

Luján da la voz de "maaarchen" y en formación, a toque de tambor, los milicianos desfilan hasta el centro del pueblo para distribuirse las guardias. En 2019 quieren repetir la recreación histórica.

La ciudad "ardió"

Cuentan las crónicas que el sosiego de la isla se rompió en el otoño de 1893. La capital y puerto principal, Santa Cruz, mantuvo la cuarentena de barcos ante una epidemia de cólera morbo asiático. El 29 de septiembre el vapor italiano "Remo" la rompió y el 11 de octubre se dieron los primeros casos. Días después, la ciudad "ardía". Sufrieron el cólera 1.744 ciudadanos -8,8% de la población-, de los que fallecieron 382 -el 21,9%-. La enfermedad se cebó en El Cabo, Los Llanos y El Toscal -la habría parado el Señor de las Tribulaciones-, además de en San Andrés. La ciudad comenzó a revivir tres meses después y como huella se quedó con el título de "Muy Benéfica".