Gallego de nacimiento, Alberto Beltrán muestra la humildad del "agradecimiento infinito" por la acogida que siempre le ha dado Tenerife y la comunidad del Albergue municipal. Su vida es un libro abierto, aunque sentencia desde el principio: "¿Qué quiere que le cuente? Lo que pretende es muy largo y tengo todo el tiempo del mundo", dice con amabilidad mientras expone sus espectaculares obras artesanales hechas con papel en uno de los puestos que el área de Atención Social ha dispuesto en las instalaciones del Albergue con motivo de la Feria de las Potencialidades, incluida en la Semana de Personas sin Hogar 2018 que organiza el centro.

Alberto es uno de los participantes de la feria, un evento en el que los usuarios y voluntarios ponen su granito de arena para recordar que las personas del centro son algo más que mala fama o los prejuicios, tal y como se explicó en un manifiesto para declarar a la sociedad que las personas sin techo existen, tienen sus derechos y que son producto de la mala suerte o de las circunstancias de malos momentos, reclamando una oportunidad a la vida.

"Estoy aquí desde hace dos meses, pero le digo que hace 14 años vine y me acogieron muy bien. Aquí me ayudaron con mis problemas y asuntos y me recuperé. Y qué quiere que le diga. Soy hijo de padre alcohólico y de madre que no sé. Soy un niño de la calle toda la vida", explicó sin temblar y con una crudeza inusual.

No obstante, este gallego, sin olvidar todos estos avatares de su existencia, agradece día a día la ayuda y servicios que desde el Albergue se prestan, poniendo en valor que "aquí me tratan muy bien. Ahora tengo 50 años y me quiero recuperar y aquí me están ayudando con eso. Estaba mal. Va un poco lento, pero va a funcionar la cosa. Uno solo tiene que poner de su parte, nada más. Y aquí estoy, haciendo estas piezas de artesanía con papel... Las vendo como buen regalo de Navidad, por ejemplo", dice con una sonrisa de oreja a oreja.