El pasado 17 de marzo Jacinto Barrios, párroco durante un cuarto de siglo de la parroquia de San Francisco de Asís, celebró sus 85 años de edad, si bien ayer conmemoró una fecha que provoca en él más entusiasmo: 60 años como sacerdote.

Hijo de un campesino y una ama de casa -Manuel y Encarnación- recuerda cuando acudía de la mano de su madre y hermanas a la iglesia del pueblo. Con su sonrisa, rememora que nació "por sorpresa", después de sus hermanas Donatila, Milagros y Míriam, las dos primeras fallecidas y la última, con la que convive.

Aprendió sus primeras letras, desde los seis años, en la escuela unitaria de niños de San Juan, entre este barrio de Tacoronte y San Jerónimo. Su vocación está marcada con José Pérez Reyes, con quien comenzó en el grupo los tarcisos, que tienen a san Tarciso como patrono de los monaguillos. Fue su despertar vocacional. Un día en clase, su maestro, el lagunero Antonio Mederos, preguntó a los alumnos qué querían ser de mayor. Unos, ingenieros, otros peritos agrícola... "yo dije que quería ser cura y se rieron. Don Antonio impartió una clase magistral en la que defendió que era tan válido ser cura como perito agrícola". Luego pasó a otra, también pública, en la plaza del Cristo, donde pronto otro maestro, don Felipe, reconoció la vocación de don Jacinto, y le animó a que, si quería ser sacerdote, debía manejarse con destreza en caligrafía, lectura y expresión. "No fue una tarea sencilla", admite. "En mi casa se hospedaban sacerdotes que iban a Tacoronte como misioneros, y los acompañaba en sus visitas a los barrios de Agua García, Barranco Las Lajas o El Pris. Un día, don José me preguntó si quería ir al seminario y fui claro: Sí". A sus 12 años, Jacinto Barrios comienza en el Seminario Diocesano de Tenerife. El fallecimiento de su párroco, don José, le animó a seguir adelante e imitarle en su entrega pastoral y generosa. Cursó los 5 años de Latín y luego 3 de Filosofía, para trasladarse a la Universidad Pontificia de Salamanca, para hacer los 4 de Teología. Allí se reunían todos los canarios; no olvida a unas jóvenes que hasta le compraron los zapatos de su ordenación: el 28 de marzo de 1959, tal día como ayer hace 60 años, donde un matrimonio de Tenerife, que iba a veranear a Tacoronte, representó a su familia. De su generación, Clemente González, y un año anterior, Mauricio González.

Llegó el primer destino. Playa Santiago y Alajeró, donde estuvo dos años y medio. "Allí aprendí a ser sacerdote, es como el primer amor". Recuerda el día que llegó y lo fue a recibir a pie de playa -entonces no había puerto, dice-, una señora que no se reprimió: "En vez de mandarnos a un señor cura, nos mandaron a un niño".

Luego fue destinado a Taco. "Un mundo nuevo. Problemático. Nuevas situaciones. Pobreza, necesidad, marginación. Una población que en los sesenta comenzó a crecer sin control ni casi lógica. Sin colegios, ni campos de fútbol. Parecía reinar un complejo de inferioridad. Una ciudad sin ley". Catorce años en los que Jacinto Barrios agradece haber sido purificado al crisol.

De Taco, a una iglesia de tres naves: La Concepción de La Orotava, de la que don Jacinto guarda un gratísimo recuerdo de su estancia en el Jardín de las Hespérides. Ejemplo, dice, de religiosidad y piedad, ansias de prosperar, con fieles generosos y grandes valores. A pesar, destaca, de que era un tiempo de transición y represión social y mucha crispación. En estos 25 años vivió momentos importantes a nivel personal, como el fallecimiento de su padre o un cuñado, siempre arropado por la feligresía.

Hasta que llegó el 24 de septiembre de 1994, cuando tomó posesión como párroco de San Francisco de Asís, con la misión, entre otras, de preparar la visita de la Virgen de Candelaria con motivo del quinto centenario de Santa Cruz. "Vine con temor y temblor a no dar la talla de mis antecesores. Aquí he aprendido a ser mayor; se ha desgranado la familia y me he abrazado a la soledad; he aprendido a apoyarme en el otro, sin apego ni añoranzas. Donde he sido y soy feliz". ¿Cómo le gustaría ser recordado?. Sonríe de nuevo: "Como el cura que intentó querer siempre y estar al servicio de todos". La conversación parece que fluye en un tono más cercano, y se desliza la pregunta: "¿Le plantearon alguna vez ser obispo en tantos años de presbítero?"... Don Jacinto no baja la guardia: "Hay cosas que no se pueden expresar", para sacar los papeles de la Semana Santa, y pasar de puntillas en que gracias a Don Jacinto, el Señor de las Tribulaciones hoy es el Señor de Santa Cruz.

Este cura tacorontero, que se mantiene fiel a la tradición de la vendimia que aprendió de su padre, solo tiene un objetivo: "Morir con las botas puestas".

Jacinto Barrios

PáRROCO DE SAN FRANCISCO DE ASíS DESDE HACE 25 AñOS