Cada año, cientos de licenciados españoles deciden hacer las maletas y buscar un puesto de trabajo al otro lado del océano, en Estados Unidos, donde el auge de la comunidad latina demanda cada vez más profesores hispanohablantes.

El Ministerio de Educación español convocó esta semana 290 nuevas plazas para profesores que quieran enseñar español en escuelas públicas de EEUU y Canadá, como parte de un programa anual muy demandado.

Aprender inglés, salir del desempleo, y adquirir experiencia profesional son algunos de los objetivos de la mayoría de los solicitantes del programa de profesores visitantes, que se publica en el Boletín Oficial del Estado (BOE) para que cualquier que lo desee pueda consultarlo.

El programa, convocado por primera vez en 1994, permite viajar a 21 estados de Estados Unidos y a la provincia de Alberta, en Canadá, para dar clases de español como lengua extranjera en centros de enseñanza primaria y secundaria.

Los miles de solicitantes anuales no escapan, sin embargo, a los efectos de la omnipresente crisis económica mundial.

Los distritos escolares estadounidenses, que cada año piden al Ministerio español que envíe un determinado número de profesores a sus colegios, han recortado su demanda por los apuros económicos que están pasando actualmente, con lo que las 350 plazas que se convocan habitualmente se han quedado ahora en menos de 300.

Descenso de oferta

"Este año ha habido un descenso considerable de la oferta por la crisis, y eso ha coincidido con un aumento en la demanda", explicó a Efe Carmen de Pablos, de la Embajada de España en Washington.

La reducción del número de plazas recorta las opciones de muchos maestros españoles que ven en el programa una salida en el extranjero al paro o a la precariedad de sus empleos en España.

Ése fue el caso de Rafael de las Heras, que "no tenía trabajo en España" y se lanzó a la "aventura" de ser un profesor visitante durante cinco años en una escuela de Los Ángeles (California).

Una vez completada esa fase, Rafael fue seleccionado de nuevo en una segunda convocatoria, esta vez para la escuela Oyster-Adams de Washington, D.C., donde lleva cuatro años enseñando a sus alumnos.

"Yo vine precisamente por la crisis, así que entiendo que haya más demanda. Ahora estoy en una escuela buenísima, y tengo un trabajo que en España seguramente no tendría, porque no soy funcionario", dijo a Efe.

Al contrario que De las Heras, la gran mayoría de los solicitantes sí son funcionarios, aunque para aspirar a una plaza ni siquiera es necesario tener el título de magisterio: basta con haber completado cualquier licenciatura, tener la nacionalidad española y dominar el inglés.

Carmen de Pablos, de la Embajada de España, asegura que el programa resulta en un "intercambio de dos formas de educar diferentes", y asegura que Estados Unidos no es el paraíso didáctico con el que sueñan muchos profesores españoles, porque "son muchas más horas de trabajo y hay que mantener al día a los padres de los alumnos".

Eso es precisamente lo que más agradece Vanesa Gracia, otra de las profesoras españolas que enseñan en el Oyster-Adams, en la capital estadounidense.

Implicación paterna

"En las escuelas de aquí hay una implicación de los padres que no veo en España. Colaboran muchísimo en todo lo que les pides, y enseguida te dan cualquier cosa que necesites en la clase", dijo a Efe.

Sin embargo, muchos acaban echando de menos el modo de enseñar de España, más estable y no tan competitivo, y regresan en cuanto finaliza el programa, que oscila entre uno y cuatro años de estancia.

Después de enseñar español a niños anglohablantes, la mayoría de los profesores que regresan a España revierten el papel y se convierten en maestros de inglés, aprovechando que conocen en profundidad un idioma y una cultura de los que ellos mismos acaban de ser estudiantes.