Uno de los tres anarquistas que participaron en un atentado frustrado a Francisco Franco el 14 de julio de 1936 en la capital tinerfeña dijo que el que luego sería Generalísimo era "un cobarde" porque salió gritando "socorro, auxilio, pistoleros".

Así lo explicó a Efe el investigador Ricardo García Luis, quien confirmó por tres fuentes diferentes el intento de atentado y quien añadió que la versión del teniente general Francisco Franco Salgado-Araujo es que su primo no dio importancia al hecho y siguió descansando.

Ricardo García Luis recoge las tres versiones en el libro "Crónica de vencidos", donde, entre otras cuestiones, plasma las versiones que sobre el fallido atentado dieron Joaquín Arrarás, biógrafo del Caudillo; Francisco Franco Salgado-Araujo y el anarquista Antonio Tejera Afonso (Antoñé).

La historia la conoció Ricardo García Luis de boca de Antoñé, militante de CNT-FAI, quien se la contó después de que este anarquista saliese del penal de Santa María en Cádiz, donde pasó dieciséis años.

Antoñé no dijo que había participado, pero Ricardo García Luis cree que sí porque durante el relato de los sucedido comentaba que "estábamos allí y la puerta estaba con una tranca por dentro, cerrada", además de por la cantidad de detalles que facilitó.

En Capitanía Militar

El intento de atentado se produjo en Capitanía Militar, donde los anarquistas Martín Seralols Treserras, Antoñé, y otro cuyo nombre no mencionó, según la versión de este último, accedieron desde la cantina de soldados hasta el balcón próximo a la habitación en la que descansaba el que sería generalísimo Francisco Franco.

Antoñé dijo que los asaltantes se encontraron cerrada la puerta de la habitación de Francisco Franco y que éste salió gritando "¡socorro, auxilio, pistoleros!", momento en el que los tres anarquistas salieron por donde entraron sin que nadie se enterase.

Según Antoñé, si Franco hubiera sido hombre valiente y sereno allí los mata como a perros, "de dentro, pum pum pum, y se quedan allí", pues la puerta de la habitación era de persianas fijas de madera, de modo que desde dentro se veía lo que ocurría fuera, pero no a la inversa.

Joaquín Arrarás, biógrafo de Francisco Franco, escribió en el libro "Franco, 1939", que la noche del 13 de julio ocurrió una grave tentativa, cuando tres asaltantes pretendían escalar la tapia del jardín para llegar a las habitaciones particulares.

Señala que uno de los centinelas echó el alto a los asaltantes y como no respondieron hizo fuego, y agrega que las autoridades civiles de la isla acudieron a la Comandancia para enterarse de lo ocurrido.

El teniente general Francisco Franco Salgado-Araujo, en el libro "Mi vida junto a Franco, 1976", refiere que ante la insistencia de la información anónima que recibía y en la que se decía que los planes para asesinar a Franco continuaban, reforzó la guardia de Capitanía y aumentó la escolta personal de oficiales.

Relata asimismo que un atardecer varios soldados que estaban de servicio notaron que alguien se movía y resguardaba por los árboles que estaban junto a la tapia del edificio, por lo que dispararon rápidamente e hicieron huir a tres individuos.

Para este teniente general fue raro que el gobernador civil, Manuel Vázquez Moro; el alcalde, José Carlos Schwartz, y varios funcionarios, llegasen tan pronto al lugar.

Una escisión anarquista

El investigador Ricardo García Luis comentó a Efe que entre los anarquistas había diferencias entre partidarios y no del atentado, y tiene la certeza de que la información que recibía el teniente general Francisco Franco Salgado-Araujo procedía de una escisión de la FAI.