En tubos volcánicos y dunas fosilizadas de Canarias se han encontrado restos de especies ya desaparecidas de ratas gigantes, lagartos y tortugas terrestres tan grandes como las de Galápagos, y cuya extinción continúa siendo un misterio, según afirma la paleontóloga Esther Martín.

La investigadora, que es conservadora de Geología y Paleontología del Museo de Ciencias Naturales de Tenerife, señala que se desconoce el importante patrimonio paleontológico canario. Así, pone de ejemplos conchas de moluscos de hace millones de años y lagartos que podían medir entre 1,20 y 1,50 centímetros del hocico a la cola, desconocimiento que lo hace aún más frágil.

Esther Martín explica que aún se sabe muy poco de las tortugas gigantes que habitaron en las Islas y que se han encontrado en Lanzarote, Fuerteventura, Gran Canaria y sur de Tenerife.

De estos animales se han hallado pocos restos, fundamentalmente de caparazón, huesos y huevos, incluso nidos totalmente petrificados, pero no se sabe aún por qué se extinguieron.

En el caso de Tenerife, se piensa que las tortugas gigantes desaparecieron por las erupciones volcánicas, ya que sus restos han aparecido mezclados con cenizas y material volcánico del sur de la Isla. Probablemente, y según apunta, había tortugas gigantes distribuidas por toda la Isla, pero sólo se han hallado restos en el Sur, algo que también es otro misterio. Los paleontólogos se preguntan qué ocurrió en el resto del Archipiélago, pues en Gran Canaria también aparecieron asociadas a material volcánico, pero no así en Lanzarote y Fuerteventura.

En estas últimas islas, se han hallado restos de tortugas, incluso nidos petrificados con huevos, en las dunas fosilizadas, las más antiguas de Canarias, que han quedado fijas y se han consolidado hasta convertirse prácticamente en una roca.

Las ratas gigantes, que se han encontrado en Tenerife y en Gran Canaria, podían medir tanto como un gato y previsiblemente fue la entrada de carnívoros asociados al hombre y de las ratas actuales lo que contribuyó a su desaparición.

En el caso de los lagartos gigantes, su extinción probablemente se debió, entre otros motivos, a que los aborígenes se los comían, ya que suponían un aporte de proteínas en épocas de escasez.

La paleontóloga subraya que, entre las especies que ya no se encuentran en el archipiélago, también había gasterópodos terrestres, más abundantes que en la actualidad, que proliferaron durante períodos de mayor humedad hace unos miles de años.

En este caso, un equipo de geólogos, paleontólogos y malacólogos de la Universidad de La Laguna está desarrollando un proyecto de investigación para estudiar los cambios producidos en este grupo biológico en los últimos miles de años. En cuanto a los fósiles marinos más antiguos de Canarias, la paleontóloga explica que los restos más viejos se encuentran en los sedimentos de Ajuí (Fuerteventura), que abarcan una periodo de tiempo entre los 140 millones de años (Jurásico) hasta hace unos 60 millones de años (final del Mezosoico).

También se han descrito fósiles marinos, en concreto moluscos, exclusivos de las Islas, como un gasterópodo encontrado en la llamada "Terraza de Las Palmas" de Gran Canaria, un yacimiento marino de en torno a 6 o 7 millones de años. Este es uno de los mejores yacimientos paleontológicos que existió en Canarias por la diversidad de sus fósiles y que ya citaba en el siglo XIX el inglés Charles Lyell, considerado el padre de la geología moderna y que visitó Canarias.

Sin embargo, este yacimiento, situado a entre 30 y 60 metros de altura, ha sido destruido por la urbanización de la ciudad y sólo en algunas zonas muy restringidas se pueden observar restos fósiles. En el yacimiento se encontraron en su momento erizos de varios centímetros de longitud, dientes de tiburones y peces, parte de los cuales se conservan en el Museo Canario y, en menor cantidad, en el de Ciencias Naturales de Tenerife.

Esta última isla tiene un registro paleontológico escaso porque es más joven, y los materiales volcánicos han cubierto posibles yacimientos antiguos, pero los paleontólogos "siguen buscando donde hay probabilidad de que haya algo", detalla la investigadora. Por ejemplo, en la zona de Anaga, cerca del caserío de Tachero, hay un yacimiento marino que quedó al descubierto tras una tormenta con oleaje muy fuerte. En Teno (Buenavista) hay otro yacimiento marino más reciente que supone "un trabajo pendiente" para los paleontólogos porque tiene "unas características muy especiales".