Acusaciones de explotación, piratería, tumultos en sus tiendas, retirada judicial de sus productos... Apple, la marca más valiosa del mundo contemporáneo, ve como sus problemas crecen en China, el mercado que más codicia y donde fabrica muchos de sus productos estrella.

En los últimos años, coincidiendo con un desaforado éxito de sus productos tecnológicos en China -en 2011 desbancaron a Lenovo como los más vendidos en el país-, Apple ha protagonizado infinidad de controversias, muchas de ellas negativas para su negocio.

La última la ha generado una pequeña y desconocida firma tecnológica en bancarrota del sur de China, Proview, que logró que un tribunal del sur del país le diera la razón en su demanda de que ella es la dueña de la marca "iPad" en el gigante asiático, donde la registró en 2000.

Animada por ello, Proview decidió aumentar su ofensiva presentando similares demandas en hasta otras 30 jurisdicciones del país.

En algunas hasta logró que las autoridades locales procedieran a la retirada de las tiendas del popular ordenador tableta de Apple, y no contenta con ello hasta ha pedido a las aduanas chinas que paren la importación y exportación de iPads de la firma fundada por Steve Jobs, si bien éstas no han accedido por ahora.

"Continuaremos presentando quejas a más autoridades reguladoras de otras provincias, hasta que ganemos en la lucha por nuestros derechos", aseguró uno de los abogados de Proview, Xie Xianghui, mientras Apple ha preferido guardar discreción ante el incidente y apelarlo por vía judicial.

Los observadores del mercado chino consideran que Apple se verá abocada a pagar una millonaria suma a Proview para recuperar el nombre de iPad en uno de los mercados que más cuida, o de lo contrario tendría que cambiar el nombre de las tabletas en China, el lugar donde las fabrica.

Apple alega que en 2009 adquirió a Proview los derechos para usar el nombre "iPad" por apenas 54.600 dólares (40.000 euros), pero lo hizo en Taiwán, y su rival asegura que el acuerdo no incluía el mercado chino.

El conflicto se produce cuando Apple todavía no ha cerrado otra guerra abierta en China, ésta en el campo de sus fábricas: las socias taiwanesas cuyas factorías chinas ensamblan el iPod, el iPhone y el iPad están acusadas de sobreexplotar a sus empleados, por parte de organizaciones internacionales de derechos laborales.

La principal receptora de las críticas es el gigante taiwanés Foxconn, que emplea a un millón de trabajadores en sus fábricas en China; desde 2010, más de una veintena de sus empleados en ellas se han suicidado, un hecho que motivó las primeras sospechas de malas prácticas laborales.

Además, una explosión en una de las factorías de Foxconn causó la muerte de cuatro empleados y 18 heridos el pasado año, ampliando las dudas también a las medidas de seguridad.

Apple tomó cartas en el asunto desde principios de 2012, al admitir en un informe anual, entre otros puntos, que sólo el 38 por ciento de sus empresas proveedoras había cumplido su normativa de trabajar un máximo de 60 horas semanales.

Ello motivó que Apple anunciara el pasado día 13 la puesta en marcha de auditorías especiales de las empresas de ensamblado final en China, cuyo inicio confirmó hoy Foxconn.

Otro dolor de cabeza para Apple en China son los crecientes tumultos que sus tiendas oficiales en Pekín y Shanghái sufren cada vez que lanzan a la venta un nuevo y codiciado producto.

El culmen se vivió en enero, cuando la firma tuvo que suspender el lanzamiento del iPhone 4S a causa de los incidentes violentos que se vivieron en Pekín, donde miles de personas -muchos de ellos reventas, otro problema añadido para la firma- aguardaban la apertura de una de las tiendas tras una noche montando guardia.

Pero Apple ha vivido muchas otras tribulaciones en China, sobre todo en lo que a piratería se refiere: mientras Proview le acusa de no respetar su marca, avispados negociantes chinos llegan incluso a copiar las tiendas Apple Store enteras (el año pasado se descubrieron seis).