Los ciberamores, que permiten a las personas distanciarse del compromiso y procuran una satisfacción muchas veces anónima, representan "el colmo" de una sociedad individualista que vive estresada por la e-comunicación, según el psiquiatra Enrique Hernández.

Así lo ha afirmado hoy Hernández, jefe de servicio de Psiquiatría del Complejo Hospitalario Materno Insular de Gran Canaria, antes de ofrecer la conferencia "Zapping amoroso" en unas jornadas de salud mental y psicoanálisis titulada "Amor y sexo en el siglo XXI".

Hernández ha destacado que la mayoría de los pacientes que acuden al psiquiatra "se queja de desamor", y ha advertido de que "sin amor no hay salud mental".

En su intervención, el especialista ha analizado el hecho de que "la posmodernidad se ha vuelto líquida y, con ello, también los amores", ya que se trata de una época individualista, en la que predomina la tendencia a "disfrutar ya de todos los objetos y las personas", que reciben un tratamiento igualitario.

Hay una decadencia del compromiso, estamos en el goce y el disfrute de lo instantáneo, se trata de consumir objetos listos para usar y tirar, que van cayendo en cascada a la vez que son consumidos y consumados, lo que ocurre mucho en los ciberamores, ha sostenido.

Enrique Hernández ha considerado que este tipo de relaciones afectivas que se establecen a través de internet "mantienen a la persona a distancia del compromiso, procuran una satisfacción muchas veces anónima y permiten la conexión y desconexión a voluntad", lo que ha catalogado como "el colmo de la sociedad individualista".

Además, ha subrayado los estragos sociales que causa la hipercomunicación, al afirmar que el teléfono móvil "ha creado una sensación de incomunicación en los grupos de personas, que quedan para cenar y se comunican con otras que no están allí y a las que no tienen nada que decir cuando las ven".

"Me pregunto si la sociedad de la comunicación realmente aumenta la comunicación, el compromiso, el encuentro con el otro, o nos ha llevado a una posición más autista, de goce individual en la cual podemos prescindir del otro porque estamos conectados con la red", ha referido.

En su opinión, estas actitudes se producen "porque la e-tecnología lo permite", ya que hasta la aparición de "WhatsApp", "Twitter" o "Facebook" había que salir a al bar o a la calle para comunicarse con el otro, y también porque "lo sólido no está de moda, sino que la modernidad es líquida, de ahí que las relaciones afectivas y amistosas también se han liquidado".

Así, ha resaltado que "la ventaja de la prostitución es que mantiene al otro a distancia", no obliga a comprometerme, lo que también ocurre con el cibersexo, que, en su opinión, es una forma de mantener al otro a distancia, "de no darse, de no ser cuestionado" y en cuyo trasfondo se encuentra el miedo ante los cambios.

Para Enrique Hernández, "quizás la mujer del siglo XXI ya ha nacido, pero el hombre no", sino que anda desnortado, corre como un pollo al que le han cortado la cabeza, sin saber qué hacer, de ahí que algunos nieguen el matrimonio y la paternidad, y opten por "refugiarse en la homosexualidad como rechazo a comprometerse con otra mujer".

Frente a ese varón asustado, se encuentra una mujer que tiene miedo, porque es la que sufre las consecuencias de una violencia gratuita que, a su juicio, "es la salida que encuentran algunos hombres cuando ven cuestionada su masculinidad".

Por eso, el psiquiatra se ha preguntado si "el machismo del siglo XXI no es también el del miedo del hombre a la mujer".

Al respecto, ha recordado a Galeano al afirmar que "el maltrato del hombre a la mujer es el miedo a la mujer sin miedo".