Entre treinta y cuarenta personas fallecen cada año en España como consecuencia de una reacción alérgica al veneno de las picaduras de avispas y abejas, en general a consecuencia de una obstrucción bronquial, infarto de miocardio o fallo del sistema nervioso central.

Así lo ha indicado el alergólogo Luis Echeverría, tras conocerse la muerte de un joven de 26 años en León cuando viajaba en su moto a consecuencia de una picadura de avispa.

En caso de ser alérgico al veneno de los himenópteros, una persona puede fallecer "en tan solo media hora" si no recibe el tratamiento adecuado, ha alertado el también vicepresidente de la Sociedad Española de Inmunología Clínica y Alergia Pediátrica (SEICAP).

Echeverría ha señalado que en este país un 3 % de la población es susceptible de desarrollar este tipo de reacción alérgica, aunque el número de personas afectadas "va en aumento" como está ocurriendo con el resto de las alergias.

De hecho, anualmente se realizan 2.000 nuevas consultas por reacciones graves al ataque de estos insectos y se estima que unas 800.000 personas padecen este problema en España, si bien estos datos no son extrapolables al conjunto de la población porque se refieren exclusivamente a quienes utilizan los servicios médicos.

Las picaduras de abejas y avispas son frecuentes en primavera y verano, porque cuando hay más polen están más activas, y son los niños los más afectados.

La reacción común es un dolor intenso en el momento, la formación de una pápula -levantamiento rojizo de la piel con un punto central donde actuó el insecto-, sensación de picor y puede haber edema progresivo en las horas siguientes.

El remedio habitual contra el ataque de las avispas es aplicar frío en la zona y, si fuera necesario, recurrir a un antihistamínico. En el caso de las abejas, según el experto, es conveniente desprender el aguijón con una aguja o unas pinzas, evitando presionar para que no se extienda el veneno.

Echeverría ha expuesto que es poco común sufrir una reacción violenta del organismo en la primera ocasión, porque una persona no se convierte en alérgica hasta que es picada por estos insectos.

Con la primera agresión la persona se sensibiliza al veneno sin saberlo, porque las reacciones que presenta son las habituales y, con la segunda, se produce una reacción alérgica de gravedad variable.

Los síntomas que revelarán una posible alergia pueden ser un enrojecimiento de la piel generalizado, hinchazón en otras zonas alejadas del lugar de la picadura, palpitaciones, sensación de ahogo en la garganta, dolor abdominal o malestar generalizado.

Si se sufre esta situación es preciso acudir al especialista para practicarse las pruebas de alergia, ha apuntado el alergólogo, y en caso de que sean positivas ponerse en tratamiento.

El experto ha advertido de que si se produce una tercera inoculación de veneno se puede originar una reacción alérgica violenta que se llama shock anafiláctico y que se manifiesta con dificultad para respirar o tragar, palidez, taquicardia, descenso de la tensión arterial y desfallecimiento.

Los afectados deben ser trasladados cuanto antes a los servicios de urgencias porque, si no reciben la medicación adecuada, en tan solo treinta minutos pueden fallecer.

Echeverría ha informado de que el único tratamiento eficaz frente a las reacciones graves consiste en la administración de vacunas, cuya eficacia inmune es superior al 98 %.