Es uno de los cirujanos maxilofaciales más reconocidos del mundo, puesto que ha dedicado su carrera a hacerse cargo de los casos que el resto de profesionales no sabían o no se atrevían tratar. Ahora, tras abrir sedes de su clínica en París y Nueva York (además de las de Santa Cruz de Tenerife y Los Cristianos), el nuevo reto que ilusiona al doctor Pablo Furelos es China, donde nada más llegar ya ha conseguido algo insólito hasta el momento, que lo nombren jefe de un hospital público.

Usted es conocido en todo el mundo por atreverse a realizar reconstrucciones e intervenciones complejas...

Sí. Cuando llega a mi consulta una persona, la mayor parte de las veces es un caso que ya ha sido rechazado en otro lugares. Desde el principio, cuando trabajaba en la sanidad pública canaria, estos casos eran los que más me interesaban porque consistía en darle una solución a quien creía que no la tenía. Incluso cuando empecé, a muchos pacientes les decía que, como le iba a dar una solución original, no le iba a cobrar nada porque no le podía ofrecer garantías de éxito, pero la suerte siempre ayuda a las personas con coraje y esto me ha salido bien y he ganado experiencias únicas y un bagaje profesional muy bueno.

Usted empezó con una clínica en Santa Cruz de Tenerife y ahora cuenta con sedes en París, Nueva York y Shanghai. ¿Cómo ha sido esta expansión?

La expansión ha venido precisamente por mi especialización. Me he entrenado en resolver los casos más difíciles, aquellos que ningún otro profesional se atreve a resolver, y he llegado a un punto en el que tengo un entrenamiento que pocos compañeros tienen. La gente que me llegaba con estos problemas no solo era española, de hecho llegaban sobre todo del norte de Europa, y pensé en posicionarme en París y es un proyecto que ha ido creciendo con mucho éxito.

¿Cómo funcionan esas sedes?

Tengo que aclarar que la figura del médico itinerante, que va de un sitio a otro operando, nunca me ha gustado y, además, lleva a más fracasos y a más complicaciones; entonces lo que pensé, hace ocho años, es que tenía un gran futuro la telemedicina, poder comunicarse con el paciente a distancia. No mucha gente pensaba que iba a funcionar, pero yo he demostrado que sí, que es una realidad y con mucho futuro. Así, los pacientes del norte de Europa hablan o acuden a la sede de París, preguntan qué hacemos y si creen que podemos hacernos cargo de su caso, allí recogen toda la información del paciente y me la hacen llegar (fotografías, radiografías, informes, etc.). Estudio el caso con calma y cuando tengo una solución concertamos con el paciente una videoconferencia en el que le informo de todo y me hace todas las preguntas que considera oportunas y si quiere que le opere necesariamente tiene que venir a Tenerife.

Fue así como se estableció en París y en Nueva York, pero ¿también en China?

Lo de China está siendo algo maravilloso y que ha superado cualquier idea que yo pudiera tener. No solo me han permitido abrir una clínica privada en Shanghai, sino que me ofrecieron ser el jefe de servicio de un hospital público y lo ampliaron para crear un espacio en el que yo pueda dar mis servicios a la población.

¿En qué se traduce eso?

Pues en que soy el primer médico occidental que han nombrado como jefe en la sanidad pública china, poniendo a mi disposición toda una clínica para poder atender al máximo de personas, con un gran componente de caridad, pero también en que la primera clínica privada española en China es canaria. Yo me siento canario. Soy canario. Es cierto que nací en Galicia, pero si alguien me pregunta digo que soy canario y creo que lo que está sucediendo con la clínica y el hospital en China es un motivo de alegría y orgullo. Es un hito. Allí estoy llevando a trabajadores canarios para que desarrollen su actividad. Hace falta mucha gente allí y los canarios están muy bien preparados. Es un fenómeno que nunca había ocurrido en la historia, que una clínica haya tenido tal repercusión en China. No había sucedido jamás, ni siquiera las grandes compañías internacionales lo han logrado.

¿A qué achaca que usted lo haya conseguido y el resto no?

Creo que me han cogido a mí porque el país está cambiando su manera de pensar y ya no buscan hacer cosas baratas sino hacer lo mejor y que made in china se transforme en sinónimo de calidad.

Les habrá aportado algo más...

(Sonríe) En el hospital y en la clínica cedo mi sueldo a la Shanghai Angel Charity Foundation con lo cual, el nivel de respeto que tengo entre los chinos es altísimo y cada vez me conceden más honores porque ellos valoran enormemente la generosidad. Yo, obviamente no lo hago por eso, sino porque tengo mi red de consultas, que son con las que me gano la vida, y lo que me está sucediendo en China es tan asombroso y gratificante que no puedo sino sentirme agradecido.

En China sí tendrá que operar

Sí. El compromiso es muy alto, así que estaré un mes en Tenerife y otro en Shanghai, pero estaré en contacto a diario con los pacientes y siempre que sea necesario.

Vuelve a la sanidad pública, aunque esta vez en China...

(Ríe) Sí. Me enamoré de ella en el Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria, donde me realicé profesionalmente durante 14 años y ahora asumo otro reto tremendamente ilusionante.