El encuentro que el papa Francisco mantuvo hoy en el Vaticano con 5.000 gitanos provenientes de todas partes del mundo sirvió para celebrar que, aunque sean diferentes, todos se sienten, como dijeron sus protagonistas, "gitanos, hermanos".

Así lo dijo la directora de la Pastoral Gitana española, Belén Carreras: "Llorábamos de emoción y saltábamos, y al encontrarnos tantos gitanos se puede ver que todavía, aunque estemos en distintas formas, nos sentimos todos gitanos, hermanos".

"Nos hemos sentido más unidos, más familia, hemos revalorizado nuestros valores familiares", añadió al salir de la audiencia con la que se conmemoró el 50 aniversario de la considerada histórica visita de Pablo IV a un campo de gitanos en Pomezia, a las afueras de Roma.

En el encuentro, donde había 400 españoles, se corearon y palmearon las canciones que entonó la cantaora María José Santiago Medina acompañada por la guitarra de Francisco López Cepero.

Santiago Medina cantó primero "La canción sobre Ceferino" entre palmeos de un público emocionado y aplausos entre estrofas.

Al terminar, la cantaora abrazó al papa emocionada, exclamó ante el público: "ÑEspaña lo adora!" y pidió cantar una canción más, "Carita divina", que no estaba programada.

También hubo una exhibición de bailes tradicionales y relatos de experiencias que recordaron las situaciones de marginación y las dificultades de integración que en algunos casos sufre esta etnia.

El papa en su discurso lanzó un llamamiento a la sociedad para que se eliminen de la convivencia todos los prejuicios que llevan a la discriminación y aconsejó al pueblo gitano que busque la integración sin renunciar a su cultura.

"Ha llegado el tiempo de erradicar los prejuicios seculares, recíprocas desconfianzas que a menudo son las bases de la discriminación, del racismo y de la xenofobia", dijo el papa.

Palabras que fueron recibidas entre aplausos por un público que ondeaba banderas de España, Portugal, Ucrania y muchos otros países y que sintió, como afirmó el peregrino Antonio Vega Vega, que la Iglesia estaba con ellos.

"Ha tocado todos los temas que realmente nos competen a los gitanos y, sin duda, la Iglesia está con nosotros", aseveró a la salida de la audiencia.

Entre anécdotas del viaje y de los días que llevaban en Roma, Vega especificó que lo mejor de la peregrinación había sido la audiencia con el papa.

"Lo más grande ha sido ver al santo padre y sobre todo su discurso, en el que ha hablado y ha tocado todos los temas, tanto la inclusión social y laboral, como la marginación".

Al concluir la audiencia, Francisco bajó y saludó a los que pudo durante varios minutos, mientras recibía numerosos regalos.

En una de las puertas del Aula Pablo VI del Vaticano, donde se celebró el encuentro, se reunieron los gitanos españoles que portaban para diferenciarse un pañuelo de lunares verde.

Una de las peregrinas, Juana Fernández Cortés, que provenía de Albacete y llevaba cinco días celebrando en Roma el encuentro mundial de peregrinos gitanos, le contó que había venido "ilusionada" y pidiéndole al papa "que se acuerde un poco de los gitanos españoles, que lo están pasando mal".

También Rosa Dos Santos Dos Santos, una peregrina de Vicálvaro que vino con su hermana, consideró que haber venido a Roma había sido "una experiencia muy grande".

Dos Santos opinó sobre los gitanos: "Tenemos mucha fe en sí, pero lo que nos puede aportar (este encuentro) es que haya una convivencia mejor con nosotros mismos, que estemos más unidos, más de lo que ya lo estamos".

Mientras en la puerta se abarrotaban las familias con niños y comenzaba la hora del almuerzo, un peregrino de Madrid, José Eugenio Serrano Vázquez, recordó que lo más bonito de este encuentro fue poder compartirlo todo entre ellos.

"Aquí todos somos uno", afirmó.