La creciente absorción de CO2 por parte de los océanos amenaza el futuro de muchos ecosistemas, pero, paradójicamente, también podría convertir en más productivas las zonas del planeta donde se encuentran los grandes afloramientos de aguas profundas, como Perú, California o Canarias.

La revista Frontiers in Marine Science publica este mes el primer trabajo derivado del experimento que el Centro de Investigaciones Oceanográficas Helmholtz de Kiel (Alemania)-Geomar realizó en 2014 en la costa de Gran Canaria, para averiguar cómo responderán los ecosistemas marinos en los próximos 150 años si las emisiones de CO2 siguen al ritmo previsto.

El ensayo consistía en llenar nueve grandes bolsas flotantes con 55.000 litros de agua marina cada una, disolver en ellas cantidades diferentes de CO2 para simular las concentraciones que se esperan en 2030, 2050, 2070, 2090, 2110, 2130 y 2150 y observar cómo respondía el plancton.

Geomar había realizado experimentos como este en mares fríos, pero estaba interesado en repetirlo en aguas como las de Canarias (más pobres en nutrientes), porque representan a las del 70% de los océanos.

El proyecto, apoyado por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y la Plataforma Oceánica de Canarias, recreó también otro fenómeno que se produce en puntos del Atlántico y el Pacífico: el afloramiento de aguas profundas ricas en nutrientes.

"Nuestro análisis revela un efecto significativo del CO2 en la estructura de las comunidades de plancton", aseguran los autores.

Sin embargo, las consecuencias de ese cambio son diferentes según la zona, precisa uno de los autores, el catedrático de Ecología de la ULPGC Javier Arístegui.

El calentamiento global acentuará las diferencias de presión y temperatura entre el mar y la tierra, lo que causará vientos más intensos, algo que ya se aprecia en California, Namibia y Perú.

Arístegui aclara que en esas zonas los vientos regulan los afloramientos: "Empujan" mucha agua de la superficie a otros lugares, lo que fuerza a que ascienda otra más profunda para ocupar su lugar.

Si, como se espera, los vientos se intensifican, irrumpirán nutrientes del fondo del mar a aguas más cargadas con CO2 y aumentará el número de diatomeas, las algas de mayor tamaño de las comunidades de fitoplancton, la base de la cadena alimentaria.

Y con un resultado paradójico: más diatomeas significa más comida para el resto de seres vivos, más productividad de las aguas y más absorción de CO2 en esos lugares (las diatomeas capturan dióxido de carbono con la fotosíntesis).