Unas vacaciones de verano pueden ser un momento ideal para la calma y el descanso, pero también un suplicio y un quebradero de cabeza para miles de vecinos de toda España que llegan a sufrir día a día ruidos continuos.

Según dice a Efe la presidenta de Juristas contra el Ruido, Yomara García, ya no se salva ningún rincón del país: los altos decibelios se extienden desde "zonas típicamente ruidosas", como Andalucía, Canarias y la vertiente mediterránea, hasta ciudades menos concurridas como Valladolid.

Curiosamente, aunque Madrid casi se vacía en verano y una parte considerable de su población viaja a otros lugares, sigue manteniendo altos niveles de ruido incluso durante esta época, según fuentes de la Subdirección General de Calidad y Evaluación Ambiental de la Comunidad madrileña.

Pese a que el ruido del tráfico se reduce en la capital, especialmente en agosto, de alguna manera se "compensa" con la llegada de turistas y la mayor vida que los ciudadanos hacen en terrazas y en locales, que generan "incontables" quejas vecinales.

Quejas que también se producen en una de las zonas más turísticas de Barcelona, el distrito de Ciutat Vella, donde casi el 80% de los vecinos considera que en su barrio hay mucho ruido, y prácticamente todos los sonómetros dispuestos en la zona superan los umbrales adecuados de ruido, tal y como indica un balance realizado en junio por el Ayuntamiento barcelonés.

Así pues, Barcelona y Madrid aparecen en el mapa como dos de las ciudades acústicamente más saturadas, es decir, aquellas en las que los niveles sonoros recomendables se superan a causa de actividades recreativas, espectáculos o por el ocio nocturno en establecimientos públicos.

En otras zonas tradicionalmente turísticas, como Ibiza, la cuestión ruidosa se ha ido extendiendo de las clásicas discotecas a fiestas ilegales en villas o incluso en parajes rurales, asevera la portavoz de la entidad Prou, Pitiüses en Acció (Basta, Pitiusas en acción), Rosa Redolat.