En España un 72% de la población tiene problemas de visión y, pese a esto, se calcula que hasta el 21,8% no se llega a revisar la vista nunca, de acuerdo a los datos que se han obtenido del ''Estudio sobre la Visión en España'', llevado a cabo por una clínica oftalmológica. Para evitar males mayores lo ideal es acudir al especialista en el momento en el que se percibe algo de visión borrosa. Y esto último es aplicable también a aquellas personas que usan gafas porque lo que puede estar ocurriendo es que no cuenten con la graduación adecuada, tal y como matiza Francisco Muñoz Negret, experto del servicio de Oftalmoogía del Hospital Universitario Ramón y Cajal. En esta ocasión nos hemos querido centrar en la cirugía refractiva, así como en otras alternativas, que hacen que los problemas oculares desparezcan o, cuanto menos, disminuyan.

Antes de hablar de este tipo de cirugías conviene aclarar qué es la refracción como tal. Cuando hablamos de refracción nos estamos refiriendo al cambio que experimenta una onda en cuanto a su dirección y velocidad cuando pasa por un medio con un distinto índice refractivo. Para que nos podamos hacer una idea tan sólo hay que pensar en un vaso lleno de agua en el cual se introduce, por ejemplo, un bolígrafo. Si se observa a través del vaso la percepción que se tendrá es de que ese bolígrafo está roto y que tiene una forma distinta a la habitual.

Ahora, si se aplica la refracción al ámbito sanitario y concretamente a los problemas de visión, podemos decir que estamos hablando de procedimientos quirúrgicos que se emplean para modificar la anatomía del ojo para conseguir así eliminar defectos refractivos, como pueden ser el astigmatismo, la hipermetropía o la miopía. Cuando se aplican estas técnicas (que son diferentes en cada caso) se consigue que el paciente deje de usar lentes de contacto o gafas, con lo que su vida cambia considerablemente. Existen distintos procedimientos quirúrgicos que se emplean para ajustar la capacidad que tiene un ojo de enfocar (y, por tanto, de contar con una visión nítida) y que consisten en moldear la córnea. Otros, en cambio, se basan en implantar una lente dentro del ojo. Hasta el momento no hay consenso universal sobre qué técnica es la mejor porque, de hecho, es el oftalmólogo el que tiene que valorar basándose en cada caso pero la más común es la LASIK. Vamos a ver en qué consiste ésta y otras.

  1. LASIK. Su nombre hace referencia a las siglas en inglés de Laser-Assisted in Situ Keratomileusis o, lo que es lo mismo, una cirugía refractiva en la que se emplea un láser para conseguir corregir defectos como el astigmatismo, la miopía, la hipermetropía o la presbicia. De lo más interesante de esta técnica es que la intervención es muy rápida (apenas unos minutos) y totalmente indolora (lo que se aplica es una anestesia atópica) Tan sólo unas horas después de la intervención el paciente puede hacer su vida normal, pero sin gafas o lentillas. Los pasos que sigue el médico son dos. Primero separa de manera parcial una capa muy fina anterior a la córnea y, después, aplica el láser para moldear y corregir el defecto visual que se tenga. Por último, se repone la capa para proteger.

  2. PRK y LASEK (o Photorefractive Keratecnomy y Laser Assisted Subepithelial Keratomileusis) Con la PKR lo que se lleva a cabo es una técnica que emplea un láser excimer para la ablación de la superficie de la córnea. Una vez que se elimina el epitelio, se aplica el láser y es muy recomendado para personas que tienen profesiones de alto riesgo (como policías) o practican deportes donde pueden recibir impactos. Por su parte la LASEK es una variante de la LASIK y la diferencia es que con esta técnica se requiere de la creación de un colgajo epitelial, en lugar de emplear el colgajo de la córnea, que es más grueso. Ambas técnicas son menos agresivas que otras e igualmente rápidas y eficaces. Eso sí, la recuperación es más lenta porque hay que esperar a que las células tratadas cicatricen.

  3. FEMTO. Este láser consigue separar las capas de la córnea con una precisión 100 veces mayor que la que se emplea en la LASIK. De hecho, muchas clínicas no cuentan con esta opción por la inversión que supone, no porque sus resultados no sean excelentes. Mediante esta cirugía se pueden tratar más dioptrías y todo sin tener que llevar a cabo ningún corte con la cuchilla.

  4. Lente intraocular. Es la única técnica que se puede aplicar a pacientes con córneas donde el láser no sería efectivo. La intervención es indolora porque se aplica anestesia tópica y en pocos minutos el paciente puede salir, por su pie, de la clínica.

Para quienes tengan dudas tan sólo recordar el apunte hecho desde la Sociedad Española de Oftalmología (SEO), en el que, si bien admiten que en la cirugía hay riesgos (como en cualquiera), añaden que "el número de personas intervenidas con resultado satisfactorio o muy satisfactorio supera con creces a los descontentos".

..