Un reciente estudio publicado en la revista ''Ecosistemas'', de la Asociación Española de Ecología Terrestre, desvela que las larvas de anfibios de los humedales del parque de Doñana siguen sin reconocer al cangrejo rojo americano como un depredador potencial a pesar de que llevan 35 años conviviendo.

Según las conclusiones de la investigación, este hecho constituye un "grave riesgo", ya que los anfibios juegan un papel funcional determinante en los medios acuáticos, puesto que tienen un efecto importante sobre la abundancia y composición de las comunidades de fitoplancton y zooplancton. Además, son "elementos clave" en el flujo de energía entre los sistemas acuáticos y terrestres.

El estudio científico, llevado a cabo por cuatro científicos de la Estación Biológica de Doñana, Lola Vázquez, Miguel Ángel Rendón, Carmen Díaz-Paniagua e Iván Gómez-Mestre, se centra en el comportamiento de cuatro tipos de larvas de anfibios frente a los depredadores nativos y los introducidos por el hombre en los medios acuáticos: larvas de libélulas nativas y cangrejo rojo americano, en el entorno del Parque Nacional de Doñana.

Como se desprende de la investigación, los renacuajos sí son capaces de detectar de forma innata y con precisión las señales químicas de los depredadores nativos activando mecanismos de defensa como acortar su longitud corporal, elevar la altura de su cresta o experimentando incluso variaciones en la pigmentación de la cola o en el momento eclosión, pero no ocurre lo mismo con los depredadores exóticos introducidos por el hombre.

Hasta ahora, la riqueza de la red de humedales del Parque ha permitido la reproducción de anfibios y, por tanto, el mantenimiento de las poblaciones sin extinciones locales hasta la fecha.

No obstante, según explica Iván Gómez-Mestre, el cangrejo rojo es un gran depredador de huevos y larvas de anfibios y desde que colonizó el parque nacional de Doñana a menudo se ve que hay zonas en las que su presencia puede estar reduciendo el número de juveniles que se incorporan a la población. Por ello, los investigadores están realizando varios estudios genéticos en la zona para confirmar si, efectivamente, se ha producido una merma en la diversidad genética como consecuencia de la presencia de este crustáceo. ENTRE 80 Y 200 AÑOS PARA DEFENDERSE

La motivación para desarrollar esta investigación fue estudiar en qué medida las defensas innatas que desarrollan presas locales como los renacuajos frente a depredadores nativos como las larvas de libélulas pueden servir como defensa ante depredadores exóticos introducidos por el hombre.

Pero, tal y como indica la investigación, estos mecanismos de defensa innata no parecen ser muy eficaces con los depredadores invasores como el cangrejo rojo americano. El estudio concluye que, los anfibios de Doñana aun no han evolucionado en el reconocimiento innato de las pistas químicas del cangrejo invasor y por lo tanto no activan sus defensas morfológicas.

Los autores apuntan al "grave riesgo" que esto supone para dichas especies, las cuales pueden tardar entre 80 y 200 años en reconocer las señales químicas del nuevo depredador. No obstante, hasta que las presas del cangrejo rojo americano aprendan a defenderse de forma innata como consecuencia de la selección natural, las larvas de anfibios sí son capaces de aprender a tener miedo del olor a cangrejo por asociación entre el olor a cangrejo y las señales de alarma emitidas por la piel de renacuajos atacados.