El radar de vigilancia espacial desarrollado y operado por Indra e instalado en la estación radionaval de Santorcaz (Madrid) ha sido uno de los seis potentes radares europeos que la Unión Europea (UE) utilizó para seguir la reentrada en la Tierra de la estación espacial china Tiangong-1 y comprobar que no ponía en riesgo la seguridad de zonas habitadas.

La estación de 8,5 toneladas de peso, que en su descenso pudo alcanzar una velocidad de 20.000 kilómetros por hora, se desintegró en su mayor parte a una distancia de entre 100 y 80 kilómetros de la Tierra. Sin embargo, el riesgo de que algunos restos llegasen a atravesar la atmósfera puso en alerta a algunos de los principales centros espaciales del planeta.

En Europa, en el Marco de Apoyo EU Space Surveillance & Tracking (STT), dedicado a la vigilancia y seguimiento espacial, se organizó un grupo operativo especial al que España contribuyó, entre otros activos, con el radar de vigilancia espacial desarrollado por Indra (MSSR- Monostatic Space Surveillance Radar), el único del país capaz de unirse al dispositivo que trabajó para predecir el momento y lugar de impacto.

Únicamente otros cinco radares en todo el continente, ubicados en Alemania, Francia e Italia, reunían las capacidades, alcance y resolución necesaria para completar esta misión, en la que también participaron dos telescopios, situados en España e Italia.

Los datos de los seis sensores se procesaron en el Centro Español de Operaciones de Vigilancia y Seguimiento Espacial (S3TOC), que se encuentra en la base del Ejército del Aire en Torrejón de Ardoz y que ha sido desarrollado por un consorcio industrial español, liderado por Indra, y en el que también participan GMV y Deimos.

La coordinación de toda la operación en la UE recayó bajo la responsabilidad del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI), perteneciente al Ministerio de Economía, Industria y Competitividad, que representa a España en el Marco de Apoyo EU SST para la vigilancia espacial y gestiona el desarrollo del sistema español de vigilancia espacial (S3T o Space Surveillance System & Tracking).

VIGILANCIA DIARIA.

La compleja red de vigilancia europea monitorizó diariamente el descenso de la Tiangong-1 desde el arranque de la campaña de seguimiento el 23 de marzo. A medida que se acercaba la fecha de reentrada y la estación descendía a órbitas más cercanas a la Tierra, la trayectoria y posible lugar de impacto se calculaba con mayor precisión.

A lo largo de este complejo proceso, Indra operó en todo momento el radar español y proporcionó diariamente información sobre la posición de Tiangong-1, cuyos restos finalmente se hundieron en una zona remota del Pacífico Sur, conocida como el cementerio de satélites, el 2 de abril, a las 2:15 hora peninsular.

El desarrollo de este radar de vigilancia espacial fue contratado por la Agencia Espacial Europea (ESA) a Indra en 2010, en el marco del programa SSA, con la intención de disponer de un demostrador-radar para validar las arquitecturas y tecnologías para desarrollar un futuro radar de vigilancia espacial más potente.

Sin embargo, el éxito obtenido al validar su funcionamiento hizo que se integrase en el sistema de vigilancia espacial español S3T. "El radar ha demostrado sus prestaciones en distintas campañas, midiendo el número de residuos espaciales en diferentes órbitas o siguiendo el lanzamiento de satélites y su puesta órbita", remarca Indra.

NUEVO RADAR ESCALABLE

Por otro lado, la compañía señala que actualmente está desarrollando para el Gobierno Español un nuevo radar escalable de vigilancia espacial con capacidades de detección mejoradas, denominado S3TSR, que será "uno de los sistemas más potentes de Europa", ya que detectará objetos de centímetros a distancias de hasta 2.000 kilómetros de la tierra.

Asimismo, resalta que su diseño modular permitirá además ir mejorando sus prestaciones progresivamente y afirma que será "una de las piezas clave del futuro sistema español de vigilancia espacial cuya primera fase Indra lidera".

Este sistema contribuirá a que Europa disponga de capacidad propia para generar un mapa de los más de 700.000 objetos mayores de 1 centímetro que se calcula que orbitan sin control alrededor del planeta, como restos de otras misiones que viajan a enorme velocidad y que representan un importante riesgo para la seguridad de nuevos lanzamientos, satélites en operación y la Estación Espacial Internacional y sus tripulantes.