La seguridad privada inicia nueva etapa, en la que deja atrás los años de la crisis y, con ellos, intenta olvidar las tensiones en el sector, a raíz de la lucha por las contrataciones públicas y la bajada desmesurada de precios. Al final, esa burbuja de compañías de "bajo coste" también estalló. Y desde la patronal Aproser, por ejemplo, se levanta el estandarte de la legalidad. El lunes de la pasada semana, la Policía Nacional entregó las distinciones a vigilantes, empresas o directores de seguridad por una serie de servicios destacados.

Uno de los trabajadores reconocidos es José Ignacio Gallego. Una madrugada estaba en su puesto laboral en un barrio del Distrito de Ofra, cerca de la carretera general de El Rosario. De repente, vio a unos jóvenes que pasaron corriendo por la acera y se fijó en que llevaban un determinado tipo de zapatillas deportivas.

Al poco tiempo, un hombre llegó hasta él y le contó que unos individuos le habían pegado una paliza y le robaron. La víctima le ofreció una serie de datos y este profesional memorizó la misma.

Posteriormente, los individuos que pasaron corriendo regresaron por el lugar y llegaron hasta un determinado enclave de la zona. Llevaban el mismo calzado en que se fijó con anterioridad. Fue en ese momento cuando el vigilante llamó a la Policía Nacional e informó dónde se encontraban los presuntos autores del robo con violencia. Y, efectivamente, los agentes pudieron detenerlos por el citado suceso. Esa leve aportación facilitó el esclarecimiento de un delito y demuestra la efectividad del trabajo a pie de calle de Gallego, que ahora trabaja.

Otro de los distinguidos trabaja para la empresa Prosegur y prefiere mantener el anonimato. Está destinado en el departamento de transporte de fondos. Su implicación le ha permitido detectar diversos dispositivos colocados por delincuentes en los cajeros.

Señala que, en los últimos años, ha encontrado los denominados "lazos libaneses"; copiadores de tarjetas de crédito o débito; teclados que captan los códigos PIN para enviarlos a los "malos", o cepos, que cogen el dinero antes de que llegue a los clientes.

Dicho empleado de Prosegur explica que ha localizado, en total, más de una decena de tales instrumentos, principalmente en el Sur de la Isla, aunque también en Santa Cruz de Tenerife y en el Norte.

Relata que esas localizaciones han sido posibles gracias a la revisión física de los mencionados cajeros y a la experiencia acumulada para detectar irregularidades en los mismos.

Este es otro ejemplo de los frutos recogidos tras una actividad a pie de calle.

Muy diferente fue la decisión adoptada por otros dos protagonistas en el acto de la entrega de distinciones de la Policía Nacional. Esteban Pérez Estévez y Horacio Pérez Ortega ejercen como directores de seguridad en el Hospital Universitario de Canarias (HUC). Ambos explican que en dicho complejo sanitario se detectó que faltaban productos farmacológicos.

Los directores de seguridad pusieron los hechos en conocimiento de los agentes a mediados de enero del 2015. Y decidieron instalar cámaras de vigilancia, que permitieron localizar a una trabajadora del centro, que era la encargada de la sustracción inicial de la mercancía. Y, posteriormente, cuando intervino la Policía Nacional, se desmanteló un grupo de distribución ilegal de sustancias dopantes.

Investigadores destinados en la Comisaría de La Laguna arrestaron a una mujer de 32 años (la empleada que se apropiaba de los fármacos), y a dos hombres, de 32 y 25 años.

Gracias a los datos aportados por el personal de seguridad privada, los funcionarios supieron que en la farmacia del hospital se había ido notando la falta de diversos medicamentos, tras efectuarse varios inventarios.

Las pesquisas permitieron saber que las sustracciones se habían producido, al menos, desde septiembre del año 2014.

Los tres acusados presuntamente se apropiaban de cajas de "ciclos" de hormona del crecimiento y otros productos, como Eritropoyetina (EPO).

Finalmente, los agentes apresaron a una trabajadora del departamento de farmacia del HUC; a su pareja sentimental, que ejercía como ordenanza en el mismo hospital, así como a un tercer individuo, que se encargaba de la compra y colocación en el mercado ilegal de los referidos productos.

Los funcionarios efectuaron dos registros domiciliarios en viviendas situadas en La Laguna y en La Esperanza.

Según la información divulgada en su momento por el cuerpo de seguridad, los investigadores hallaron abundantes medicamentos de uso ilícito como dopantes, así como dinero fraccionado, teléfonos móviles, equipos informáticos y diversos aparatos electrónicos.

Los arrestos fueron efectuados a finales de febrero del 2015.

Estos son solo algunos de los cometidos de los vigilantes de seguridad, cuyos orígenes en España se remontan a 1518, cuando por parte del rey se implantó la figura del guardabosques para evitar la tala indiscriminada de árboles. Y hoy en día son colaboradores necesarios de las fuerzas de seguridad.