Es muy frecuente cometer el error de relacionar la belleza con la juventud. Cuando nos referimos a sentirnos guapos, inmediatamente lo relacionamos con nuestra etapa de juventud y, evidentemente, esta asociación no es del todo cierta, ya que no existe una correlación entre belleza y juventud. De hecho, con el paso del tiempo, se suman muchos factores a nuestra personalidad que nos hacen sentir y parecer más atractivos.

Algunos de esos factores que producen los efectos que nos inducen a vernos más guapos a nivel íntimo y personal es sentirnos bien con nosotros mismos. Cuando nos sentimos a gusto con nuestra forma de actuar, nuestras acciones y comportamiento.

Es entonces cuando sonreímos frente al espejo y nos gusta lo que allí se refleja, es entonces cuando solemos cuidarnos más y mejor, incluso nos arreglamos vistiéndonos con ropas que no nos atrevíamos a usar, es entonces cuando se evidencian signos físicos, como un brillo especial en los ojos, signo inequívoco de que somos felices.

La felicidad, en resumidas cuentas, está relacionada directamente con la calma y la tranquilidad, y nos aporta también un extra de belleza. Es por este motivo que las novias lucen siempre tan guapas y radiantes, porque rebosan felicidad en su gran día y además se preparan especialmente para la ocasión con mucha ilusión.

En la capital de España, al igual que en otros lugares de España, es habitual contar ese día con la ayuda y experiencia profesional de una Peluquera a domicilio Madrid, una peluquera de novias a domicilio Madrid y alrededores con la que habremos tenido citas previas para realizar pruebas para que todo salga perfecto ese día. Habitualmente, la misma persona que nos arregla el pelo se encarga también del maquillaje a domicilio Madrid para la ceremonia.

Se podrá decir, por tanto, que no hay una edad para sentirse más guapo, sino momentos y etapas en la vida de especial felicidad, cuando nos encontramos con nosotros mismos, que nos hacen sentirnos mejor en todos los aspectos, más seguros, guapos y atractivos.

Encontrarse a uno mismo es primordial para alcanzar un estado de bienestar

A veces, la labor de encontrar quién somos realmente nos lleva mucho tiempo, a veces, toda una vida, pues es casi inevitable sentirse influenciado por quienes nos rodean y por la sociedad en la que vivimos. Especialmente en la adolescencia, época en la que se da una lucha cruenta entre aquello que llevamos dentro y la imagen que queremos proyectar a los demás para ser aceptados por aquellos que consideramos nuestros iguales.

Aunque nunca se puede generalizar, ya que cada individuo tiene un patrón de desarrollo y madurez diferente, es muy habitual que la juventud se dedique simplemente a copiar aquello que les gusta de otras personas. Es una parte más del aprendizaje, de la exploración y del bagaje que nos permitirá encontrar nuestros verdaderos gustos y aprender a expresarlos de forma genuina.

Pero esto es solo una etapa, a medida que vamos creciendo es importante no mentirse, aceptar la realidad de quiénes somos y ser consecuente con nuestros valores y creencias. La edad nos aporta el tiempo necesario y las vivencias vitales que hacen que pasemos de copiar a ser cada vez más nosotros mismos.

Aunque lo más importante es llegar a encontrarnos con nuestro mundo interior y aceptarlo, hay muchas formas de mostrar al mundo nuestros propios gustos, las cosas que nos hacen reír o que nos impulsan, como las camisetas divertidas de miyagi.es, donde encontrarás regalos originales o prendas personalizadas para ti de tu serie favorita o de tus gustos musicales.

En estos pequeños gestos se demuestra que no tenemos miedo de enseñarle al mundo lo que somos, lo que nos gusta y lo que sentimos, pues ya no nos importa si el espectador que mira nos acepta, sino que nos sentimos libres para expresarnos, demostración de que nuestro carácter y personalidad están completamente desarrollados.


Saber qué hacer, qué usar y cómo cuidarnos para sentirnos bien

En la vida no debemos tratar ser aquello que no somos o intentar volver lo que ya fuimos en etapas anteriores. Cada una tiene su encanto y su belleza, y si nos arreglamos y nos cuidamos no es para retroceder en el tiempo, sino para sacarnos el máximo partido en este justo instante por el que estamos pasando.

La experiencia es necesaria para llegar a conocernos y para saber qué es aquello que realmente nos sienta bien. Nadie nos conoce como nosotros mismos, ningún estilista, ningún asesor de belleza.

Siempre deberíamos ser nosotros mismos los que descubramos si nos sientan mejor los vaqueros pitillo o los pantalones de campana, si estamos mejor con unos zapatos mules de diseño italiano o made in spain, si preferimos comprar online en Vaira Shoes o en la tienda de barrio de toda la vida.

Cuantos más años hayamos vivido, más experimentos habremos hecho sobre nuestra imagen, más estilos y looks habremos probado, más veces nos habremos equivocado, inevitablemente, y más sabremos sobre nosotros mismos y aquello que mejor nos sienta.

La belleza es la búsqueda del equilibrio

Sin lugar a dudas, la belleza se encuentra en el equilibrio y la madurez es la etapa que se caracteriza por ser la más estable en este sentido. Cuanto mayor sea el nivel de equilibrio que consigamos en nuestro interior, mejor nos veremos físicamente y mejor nos sentiremos.

La madurez no tiene una edad fija de llegada, tanto es así que algunas personas nunca llegan a alcanzarla del todo, por eso la belleza no tiene edad. Los años nos aportan sabiduría, el conocimiento de frases motivadoras que nos ayudan para afrontar cada nuevo día con una sonrisa, incluso aquellos que amanecen un poco grises.

Gracias a la veteranía y a la práctica en el arte de vivir, llega el aplomo necesario que nos aporta una belleza serena, tanto en la cara como en el resto del cuerpo y en el espíritu eso que se denomina belleza interior.

La edad no hace más que poner cada cosa y a cada persona en su lugar, aportándonos cada vez más amor hacia lo verdaderamente importante y hacia nosotros mismos. Esta es la clave de la auténtica belleza, siempre y cuando hablemos de belleza real y natural, sin imposiciones derivadas del marketing y la sociedad de consumo que no hayamos elegido sino impuestas.