La mayor parte de la vida en el mar se encuentra en los primeros 200 metros, mientras que el océano profundo -hasta los 4.000 metros- está casi despoblado. A pesar de estas diferencias, un grupo de científicos ha constatado que la biodiversidad microbiana de ambas zonas está íntimamente conectada.

Esta investigación, resultado del análisis de las muestras tomadas durante la Expedición de Circunnavegación Malaspina 2010, se ha publicado en la revista PNAS y, según sus autores, ayudará a comprender mejor el funcionamiento del planeta y la gran capacidad de dispersión de los microorganismos.

Se trata de la primera vez que se estudia la conexión de las comunidades microbianas a lo largo de la columna de agua -desde la superficie hasta los sedimentos del fondo del océano, y para ello los investigadores tomaron muestras en ocho puntos del Índico, Pacífico y Atlántico.

Las partículas de la superficie se hunden hasta el fondo donde se "captura" el carbono

Mediante técnicas de secuenciación masiva de ADN y herramientas bioinformáticas se caracterizaron las comunidades microbianas marinas presentes en partículas de distintos tamaños y en diferentes profundidades.

El hundimiento de partículas orgánicas formadas en la superficie del mar se produce a través de la denominada lluvia de partículas, un mecanismo que transporta material hacia el océano profundo y que, además, juega un importante papel en el ciclo del carbono, ya que secuestra el carbono en el fondo del océano e impide que vuelva a la atmósfera.

"El estudio muestra que las partículas que caen desde la superficie funcionan como vectores que inoculan los microorganismos que llevan asociados en el mar profundo", detalló M. Montserrat Sala, científica del CSIC.