Todos hemos sentido esa inquietud que prevalece después de leer algunas historias de terror, la creencia de que esa historia al estar basada en hechos reales es posible, podríamos hasta vivirla en algún momento y eso nos consume, aun así, lo paranormal nos cautiva. El miedo que crea nuestra mente llega a ser adictivo en algunos casos.

Pero la cuestión es, ¿a qué le tenemos miedo? Esa pregunta se resume en dos palabras, a la muerte y a lo desconocido. No se le teme a la oscuridad sino a lo que se esconda en ella, no se le tiene fobia a las alturas, solo no queremos caernos y morir. Esos pequeños detalles hacen que nazca en nuestras mentes el terror.

El terror no es más que el miedo en su máxima expresión, para llegar a esos extremos leemos cuentos y relatos terroríficos que afectan nuestra mente relacionando lo cotidiano con lo desconocido. Es fácil crear esa sensación de inquietud que poco a poco va aumentando, basta con hacernos un par de preguntas: ¿estamos seguros de que nadie nos observa mientras dormimos?, o mejor aún, ¿estamos seguros que todos esos sonidos que escuchamos en las noches son normales?

Aunque nuestro entorno tiene mucho que ver con ese pequeño sentimiento de nerviosismo, obviamente es más fácil admitir tu miedo a la oscuridad cuando estamos encerrados en un cuarto oscuro. Lo que nos perturba o lo misterioso siempre nos ayudará a entrar en ese estado de paranoico en el que hasta una mariposa puede causarnos un paro cardiaco.

“La emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido.” - Howard Phillips Lovecraft

La traición de la imaginación

Por muy difícil que sea de creer, los celos y las historias de terror tienen mucho en común, porque no importa lo que veamos o lo que nos digan, siempre nos imaginaremos algo infinitamente peor. Con dos simples palabras alguien celoso imagina una historia en su mente digna de un culebrón, pero con un simple sonido alguien que ya está tenso, incómodo o paranoico empieza a imaginarse una historia de terror, peor que el relato que causó su estado actual.

Los creepypastas abusan de nuestra imaginación, dejan muchas preguntas sin respuestas para que nuestra imaginación llene esos espacios de la peor manera posible. Insinuar que algo es malo causa más miedo que afirmarlo, somos capaces de imaginar escenas más espeluznantes de las que describen en ocasiones las historias de terror.

Al terminar de leer un creepypastas nos sentimos observados por un momento, en ocasiones esa sensación se mantiene por un largo tiempo. Y aunque en este momento lo neguemos, sabemos muy bien que alguien nos sigue observando.

Todo lo relacionado con el terror tarde o temprano pierde su encanto, después de un tiempo nos acostumbramos a esas sorpresas, cada vez nos asustamos menos. Pero no hay dejar de sentir esa adrenalina, ya que no importa que tan valiente seamos, siempre habrán motivos para asustarse.