El papa Francisco denunció ayer la muerte de miles de personas en el Mediterráneo a la vez que animó a los socorristas que se dedican a salvar las vidas de los inmigrantes en el mar, durante la misa que celebró en San Pedro para recordar su visita de hace cinco años a la isla italiana de Lampedusa.

A este acto acudió el presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, que asistió a la misa invitado por los miembros de la ONG Proactiva Open Arms. "Pude saludarle y le entregué como regalo un libro de (José) Viera y Clavijo y le invitamos a la islas Canarias, donde nunca ha venido un papa. Imagino que le habrán invitado a muchos lugares, pero nosotros queríamos hacerlo", explicó Clavijo.

Mientras Italia cierra sus puertos a las ONG que salvan la vida de los inmigrantes en el Mediterráneo Central y su ministro del Interior, Matteo Salvini, les compara con los traficantes, el papa Francisco aseguró en su homilía que "la única respuesta sensata es la solidaridad y la misericordia".

Y en un mensaje que parecía dedicado a los Estados europeos, les pidió ante los actuales desafíos de la inmigración, "una respuesta sin demasiados cálculos, pero que exige una equitativa división de la responsabilidad, una honesta evaluación de las alternativas y una gestión mirada". Asimismo, el papa instó a todos los Estados a respetar los compromisos asumidos en materia de medioambiente para impedir el peligro real de "dejar a las generaciones futuras escombros y desiertos".

"Todos los gobiernos tienen que esforzarse para honrar los compromisos asumidos en París para evitar las peores consecuencias de la crisis climática", explicó.