El nuevo brote de ébola declarado en Kivu del Norte, uno de los epicentros de la violencia que asola la República Democrática del Congo (RDC), un país sumido en un largo conflicto bélico, "no podría haber golpeado en un peor momento o en un sitio peor", aseguró hoy la ONG Consejo Noruego de Refugiados (NRC).

"Es un revés muy duro para la respuesta humanitaria, que agrava los retos inmensos a los que ya nos enfrentamos en la ayuda de millones de personas en crisis en el país", dijo la directora para la RDC de la ONG, Ulrika Blom.

El nuevo brote de ébola, sólo ocho días después de que el Ministerio de Sanidad anunciase el fin de otro en la provincia del Ecuador (noroeste), se ha declarado en Mangina, una localidad rural del noreste del país, a 30 kilómetros de Beni, uno de los núcleos urbanos de la provincia de Kivu del Norte, y a unos 70 kilómetros de la frontera con Uganda.

Hasta el momento, se han contabilizado 26 casos de fiebre hemorrágica y 20 muertes, aunque solo se han podido analizar seis muestras, de las que cuatro han resultado positivas por ébola, según los datos iniciales del Gobierno, publicados el pasado miércoles.

Un equipo de expertos médicos del Ministerio de Sanidad ya se encuentra sobre el terreno y la Organización Mundial de la Salud (OMS) también informó de que ha desplazado personal y equipos para atender esta nueva crisis.

La provincia de Kivu del Norte, uno de los epicentros de violencia en una República Democrática del Congo sumida desde hace años en un largo conflicto alimentado por decenas de grupos rebeldes, y la vecina Ituri tienen uno de los niveles más altos de desplazamientos en el país, con 750.000 personas que han abandonado sus casas en lo que va de año, recuerda el NRC.

"Mucha gente ha abandonado Beni porque no conseguían encontrar qué comer. Muchos son granjeros que no pueden trabajar sus campos por miedo a ser atacados por los grupos armados. Esa es la realidad de la gente que afronta este brote de ébola", explicó Blom en un comunicado.

Se trata del segundo brote al que se enfrenta este año el país y, aunque el ébola es endémico, el ministro congoleño de Sanidad, Oly Ilunga, admitió que no esperaban "tener que hacer frente a la décima epidemia (en la historia del país) tan pronto".

En el anterior, el de la provincia de Ecuador, desde que se declaró el brote, el pasado 8 de mayo, y hasta su final este 24 de julio, se contabilizaron 54 casos totales (38 confirmados y otros 16 probables), de los cuales 33 pacientes fallecieron (17 confirmados) y 21 sobrevivieron.

La enfermedad se transmite por contacto directo con la sangre y fluidos corporales de personas o animales infectados, causa hemorragias graves y alcanza una tasa de mortalidad del 90 %.

Sus primeros síntomas son fiebre repentina y alta, vómitos, debilidad intensa y dolor muscular, de cabeza y de garganta.

La peor epidemia de ébola conocida se declaró en marzo de 2014, con los primeros casos que se remontan a diciembre de 2013 en Guinea Conakry, desde donde se expandió a Sierra Leona y Liberia.

La OMS marcó el fin de esa epidemia en enero de 2016, después de registrarse 11.300 muertes y más de 28.500 casos, aunque la agencia de la ONU ha admitido que estas cifras pueden ser conservadoras.