La aplicación de terapias no farmacológicas (música, danza o perros) en pacientes de alzhéimer retrasa el ingreso en centros al menos un año, según constata el Centro de Referencia Estatal de esta patología, cuando se cumplen 10 años de su apertura y está a un 50% de su capacidad por falta de recursos.

Ubicado en Salamanca, este centro (CRE) se ha convertido en una especie de "laboratorio" del alzhéimer -enfermedad degenerativa cerebral de la que ayer se celebra el Día Mundial-, generando conocimiento a través de investigaciones con terapias sin fármacos, tanto en pacientes como en familiares.

Gracias a ellas, en estos diez años se ha logrado la ralentización de los síntomas en los pacientes "y retrasar al menos un año su institucionalización, en el 100% de los casos", aseguró la directora María Isabel González Ingelmo, durante una visita de periodistas al centro, dependiente del Imserso.

Aproximadamente 1,2 millones de personas tienen alzhéimer en España, aunque las asociaciones hablan de casi 5.000.000 de afectados contando a las familias.

Tanto los usuarios (así se les denomina en el centro), como sus familiares participan de forma voluntaria en las terapias no farmacológicas, también conocidas como intervenciones psicosociales, cuyo uso se ha extendido ante la ausencia de medicamentos eficaces.

En general, los terapeutas trabajan con la reminiscencia, es decir, con los recuerdos e imágenes del pasado con el objetivo de mejorar la calidad de vida.

En eel programa que se desarrolla en este centro figura la danza creativa terapéutica, actividad que puede realizar cualquier usuario y persigue la integración cuerpo-mente del individuo. Los pacientes se activan, la depresión y la tensión se rebajan y se produce una comunicación con el terapeuta.

En 2012 se comenzó a desarrollar una línea de investigación sobre la intervención asistida con perros, que puede ser individual o en grupo, y en la que se trabajan el plano físico, social, emocional y cognitivo. Salir a pasear con el animal o darle de comer son algunas de las actividades que ayudan a mejorar la motivación y atención, ejercitar la psicomotricidad o disminuir la ansiedad.

La utilización de la música como vehículo para lograr la comunicación y para conectar con los recuerdos o sensaciones es otra de las líneas de trabajo. Una sala sensorial de material fluorescente como masillas de diferentes densidades, columnas de burbujas que pueden cambiar de color, una cama de agua, la foca-robot PARO o el robot-gato, con el que se trabaja desde principios de verano, también se utiliza para estimular a los usuarios.

El objetivo es "dejar que el paciente se vaya apagando tranquilamente. Eso es una muerte digna", concluyó González.