Un total de siete Hermanos Fossores de la Misericordia son los últimos miembros de esta orden que custodian dos cementerios españoles, Logroño y Guadix (Granada), donde son “testigos de la resurrección”, un trabajo que “no tiene por qué ser triste” y que hacen “con amor”.

Así lo ha asegurado el superior de esta orden en el cementerio de la capital riojana, Alberto Agustín, quien entró en ella a los 22 años hace medio siglo.

En 1967, ha relatado, el Ayuntamiento de Logroño encargó a esta congregación religiosa custodiar su cementerio, por lo que, desde entonces, las numerosas tumbas que permanecen enmarcadas y resguardadas por sus muros son su principal dedicación, a la que atienden desde una oficina localizada en el centro de este espacio de culto.

“En el sitio donde muchos dicen aquí se acabó todo, nosotros creemos que este paso es el comienzo de la vida para la que hemos sido creados, y ese es el principal mensaje”, ha expresado Agustín, quien ha añadido que, en su fundación en Logroño, esta orden tenía unos seis o siete hermanos, de los que quedan la mitad.

Este mensaje, ha apuntado, es tan sólo compartido en la actualidad por otro cementerio, localizado en Guadix (Granada), donde otros cuatro Hermanos Fossores lo difunden y ponen en práctica, y constituyen, junto a los de Logroño, los últimos vestigios de esta congregación.

El origen de los Hermanos Fossores de la Misericordia se remonta a 1953, cuando Fray José María de Jesús Crucificado, nombre que adoptó tras fundar la orden, creyó necesario contar en el seno de la Iglesia con personas dedicadas a ayudar a otros en el duro momento de despedida de sus seres queridos, ha indicado.

Ha detallado que esta congregación llegó a estar presente además en los cementerios de Jerez de la Frontera (Cádiz), donde inició su actividad en 1959; así como en Huelva, 1962; Vitoria, 1963; Pamplona, 1965; y Felanitx (Islas Baleares), 1969.

Hoy, Día de Todos los Santos, es el de “más afluencia” del año en el cementerio logroñés puesto que “todas las familias” acuden a visitar a sus queridos difuntos “y algunos, si no se acuerdan de dónde están, vienen a preguntar”, ha resaltado.

Respecto a si cree que esta orden sobrevivirá a los hermanos que la conforman en la actualidad, este superior ha determinado que “que sea lo que Dios quiera”, ya que están en sus “manos” y es él quien tiene que dirigirles.